La reacción suele ser siempre la misma. El viajero que atraviesa el recinto intramuros se sorprende al ver lo que le aguarda más allá de la muralla. La ciudad monumental, acostumbrada ya al turismo, recibe cada día a centenares de visitantes de todas las nacionalidades y todos los puntos del mundo. El nombre y la herencia de la capital cada vez resuenan más y ganan presencia entre los que planean visitar Europa. Y cada vez va ganando más adeptos en otros continentes. Así lo atestigua en primera persona Mariko Ogura que esta semana ha recorrido la ciudad para documentarse y escribir un libro sobre las Ciudades Patrimonio de la Humanidad del país. 

Afincada en Madrid, la periodista freelance, corresponsal en España de la revista sobre flamenco que se edita en Japón ‘Paseo flamenco’, ha visitado cámara en mano los puntos más representativos de la capital para conseguir el material que de la publicación que verá la luz con una editorial japonesa previsiblemente en la primavera de 2023. El ejemplar dedicará tres capítulos a cada una de las 15 ciudades a las que la Unesco otorgó el título e incorpora aparte del texto, un anexo con un código QR en el que el lector podrá acceder desde su teléfono a vídeos que Ogura se encarga de registrar su teléfono esta semana. Precisa además que no será una guía al uso sino una herramienta más completa para viajeros. 

En declaraciones a este diario, la periodista destaca la riqueza cultural de una ciudad que aúna las tres culturas, cristiana, musulmana y judía, y que aspira también a abrazar el budismo. Asegura sentir fascinación por ese contraste y la presencia de tantas casas nobles en un lugar tan comprimido». «Es espectacular, en cualquier calle que entras encuentras un palacio enorme y precioso», asegura. 

Como novedad, su visita no se ha limitado exclusivamente al centro histórico. También recorrió Maltravieso --el centro de interpretación, a la cueva no se puede entrar--, una de las cunas de la civilización. «Es realmente impresionante porque aquí hemos nacido todos, no solamente los cacereños sino la humanidad», expone. En cuanto a una posible comparativa de la ciudad cacereña con la arquitectura y la cultura japonesa, apunta que es «completamente diferente» e incide en que precisamente esta diferencia genera ese interés creciente y recíproco entre España y Japón. «Conocer otras culturas enriquece nuestra vida», concluye.