Veinte años en la policía local de Cáceres dan para mucho: lo mejor y lo peor del ser humano han visto sus ojos, pero nada como esto: «Una guerra, cantidad de mujeres y niños huyendo de su país, si nada, con lo puesto. Nos parte el corazón. No podíamos quedarnos quietos. Y así empezó todo». Lo cuentan el agente Chema Melchor y el oficial Miguel Ángel Pulido que esta noche tenían pensado hacer un descanso en Irún. Les esperan 3.500 kilómetros de ida y otros tantos de vuelta, la distancia que separa la capital cacereña de Przemysl, la segunda ciudad más antigua (después de Cracovia) en el sur de Polonia, a siete kilómetros de la frontera con Ucrania.
«No ha sido fácil emprender la marcha. Habíamos tocado varias oenegés, pero está todo muy organizado y aunque eso está bien, hace que los trámites se alarguen mientras la guerra sigue allí, con gente muriendo o durmiendo bajo una lona», cuentan ya desde la furgoneta que les ha cedido Frutas Carolina, que está en la plaza de la Conce y cuyos propietarios son familia de Miguel Ángel.
«A través de unos compañeros policías de Monesterio contactamos primero con la Asociación IPA, un colectivo internacional de policías con delegación en Extremadura que nos puso en contacto con SOS Ayuda Sin Fronteras, radicada en Sevilla, en la que también hay miembros de IPA, y compuesta mayoritariamente por profesionales de las emergencias, por muchos policías, guardia civiles y bomberos. Ellos tenían previsto salir hoy y a partir de ahí todo fue muy rápido. A las ocho y media de la noche de este martes lo teníamos todo perfilado. Contactamos con Inmaculada Polo, la cacereña que la semana pasada lideró una expedición que consiguió trasladar a la ciudad a 23 ucranianos. Nos ha dado muchas y buenas pautas. También hablamos con Diego Hernández, presidente del Círculo Empresarial Cacereño y responsable de Grúas Eugenio, donde realizamos acopio de medicinas, mantas y víveres», cuentan con la incertidumbre propia de esta situación.
«Anoche hicimos un llamamiento en los grupos de whatsapp que nos han ayudado a través del Bizum. Compañeros de la gran familia de la policía local nos cubrirán los turnos». Ese whatsapp, escrito por Chema, decía así: ‘Buenas noches, así de repente parto mañana con otro compañero a Polonia a llevar material y traer personas a España. Si alguien quiere colaborar se agradecerá enormemente. Se aceptan bizum desde 1 euro hasta el infinito’. Y añadía su número de teléfono.
«Nos turnamos en la conducción para hacer las menos paradas posibles y llegar cuanto antes»
Pasadas las dos de la tarde, los voluntarios de Ayudas Sin Fronteras y los de Monesterio ya estaban en Cáceres y todos juntos comenzaron el viaje. En total, seis coches: el de Cáceres, cuatro de Sevilla y uno de Monesterio. Calculan que en dos días, si todo va bien, estarán en la frontera. La semana que viene prevén arribar de nuevo a casa. El destino de los refugiados que vuelvan con ellos dependerá la Embajada de Ucrania y de Ministerio de Asuntos Exteriores.
Chema y Miguel Ángel, 51 y 44 años («aunque eso de la edad no se pregunta», dicen entre carcajadas) van solos en la furgoneta. «La idea era dejar el espacio mayor posible para poder llevarnos cuanto más material mejor. Nos vamos turnando en la conducción porque queremos hacer las menos paradas posibles y llegar cuanto antes». Les espera el horror de la guerra y el honor de dar lo mejor de sí mismos por ayudar a los que más sufren.