Las orientaciones que propone el Ministerio de Educación a algunas asignaturas ponen de relieve la ignorancia de quienes las han diseñado y anuncian la ignorancia a la que conducirán inexorablemente a nuestros alumnos.
Me fijaré tan solo en dos asignaturas, las Matemáticas y la Lengua y Literatura. Respecto a las Matemáticas se proclama que deben buscar el desarrollo de la emotividad. Nada de integrales y derivadas. ¡Qué emocionante será multiplicar! Y el pobre Kant aseguraba que esa disciplina se elabora con la razón sin tener en cuenta la experiencia, de manera que es una de las ciencias más abstracta que hay.
Pero es mejor despertar emociones, el odio a ellas por ejemplo, sentimientos como el amor a la niña bonita, el quince , incluso pasiones, las que se pueden esperar de los senos o el sesenta y nueve, y provocar empatía con algún profesor que «sabe muchas matemáticas aunque no sabe enseñarlas», lo cual es difícil de explicar pues si no te enseña matemáticas ¿de dónde deduces que las sabe?
Y en cuanto a la Lengua y Literatura se atreven a decir que la culpa de que los jóvenes no lean es de los profesores que les obligan a leer a los clásicos. Naturalmente quienes insultan a la inteligencia de esta manera ignoran que clásico en Literatura significa la máxima expresión cultural de un pueblo, que un autor clásico es el que ha dejado una gran influencia en el desarrollo de la Literatura, que perdura en el tiempo.
Ya habían desaparecido de las aulas Homero y Cicerón pero ahora desaparecerán personajes como Cervantes, Lope, Calderón, Lorca, que eran ejemplos del buen uso del lenguaje, de la correcta exposición de los sentimientos, ideas, epopeyas y desgracias de los hombres pero deben ser sustituidos por algo más sencillo, más leve, el rap, por ejemplo, un mensaje de un influencer, algo de Harry Potter, que pueden digerir mientras escuchan algo en Spotify.
Está claro que los ignorantes ya han llegado a altos cargos ministeriales y hacen lo posible para que los alumnos les acompañen en la indigencia intelectual.
