Entre sirenas y un sonado aplauso de familiares y compañeros. Así llegaron la noche de este miércoles a la jefatura de la policía local Miguel Ángel Pulido y Chema Melchor, después de haber recorrido 8.000 kilómetros para salvar del horror de la guerra a 23 desplazados ucranianos. «Sois los mejores», gritaron sus amigos al verles llegar. «Ya estamos aquí», respondieron ellos aliviados. «Ha sido muy bonito el recibimiento», explica Chema Melchor, que ha formado parte de esta expedición que salió el miércoles 16 de marzo de la ciudad y llegó el sábado siguiente a Przemysl, a un paso de la frontera con Ucrania.

No ha sido fácil la travesía. Deambularon por la campiña francesa, se les averió la furgoneta pero finalmente cumplieron su propósito. El miércoles dejaron a la familia que traían en Zaragoza y fueron las autoridades internacionales quienes se encargaron de ubicarlas. Luego continuaron su viaje.

Formaban parte de un convoy compuesto por seis coches movilizados la Asociación IPA, un colectivo internacional de policías con delegación en Extremadura que les puso en contacto con SOS Ayuda Sin Fronteras, radicada en Sevilla, en la que también hay miembros de IPA, y compuesta mayoritariamente por profesionales de las emergencias, por muchos policías, guardia civiles y bomberos.

El viaje ha estado cargado de momentos terribles, como el protagonizado por Raisa Bavykina, una mujer a la que pudieron dejar en Tarragona, donde se reencontró con su hijo. «Te pedimos perdón Ucrania por huir, pero no teníamos más salida que dejarte. Te echamos de menos. Tenemos confianza y fe en que volveremos. Entonces colgaré en la pared una fotografía de todos ustedes, de ustedes con nosotros, para que quede constancia eterna de lo mucho que han dado por nosotros y para recordar este camino», les dijo Raisa.

«Ahora nos toca asimilar lo que hemos vivido. Y no es sencillo procesar todo ese dolor de madres, niños y personas mayores», cuenta desde casa Chema Melchor. Él y su compañero Miguel Ángel ya son para todos unos héroes.