El Periódico Extremadura

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no faltan tostadas del tamaño de una baguette, pinchos y comidas por encargo

El bar más catovi está en El Junquillo

Javier Criado regenta el local que hace honor al lema ‘De Cáceres de toda la vida’

Javier Criado posa a las puertas del Bar Catovi con su vino y sus pinchos. SILVIA SÁNCHEZ FERNÁNDEZ

En pocos sitios se disfruta más que en un bar de barrio o de pueblo. En un bar bueno, se entiende. El Bar Catovi (ubicado en la cacereña barriada del Junquillo) es uno de ellos. Acaba de abrir hace un mes y está arrasando no solo por sus pinchos sino por su nombre, pues hace honor al lema ‘De Cáceres de toda la vida' (su acrónimo es catovi) con el que José María Saponi concurrió a las elecciones a la alcaldía en 2003 por el PP. El negocio es auténtico como su nombre y el dueño, un fenómeno. Desde bien temprano, Javier Criado (Hoyos, 1970) junto a su mujer y su hijo (Elena y Javier), preparan unas ricas tostadas del tamaño de una baguette. 

«Queremos que la gente desayune como un león y se sienta como en su casa. Los cafelitos que elaboramos tienen mucho arte. Ofrecemos tostadas de jamón, aceite y tomate, parisina, cachuela, mermelada... Además ofertamos migas extremeñas», cuenta el propietario a El Periódico Extremadura.

Las delicias del Bar Catovi. SILVIA SÁNCHEZ FERNÁNDEZ

El terruño, o la ‘tierrina’ en autóctono, tira mucho en este establecimiento. Se respira cacereñismo por los cuatro costados. Un local acogedor con terraza, que convierte el espacio en un alegre punto de encuentro para todas las edades. Sus aperitivos también son una señal inequívoca de calidad: Patatas bravas, salchichas al vino, tortilla, prueba de cerdo, callos, torreznos, morritos, choricillos, boquerones, anchoa... Es una alegría encontrarse con tabernas que le dedican un altar a los pinchos. «Al cliente hay que cuidarlo», porque «es el que manda», dice.

La comida que la familia prepara es tradicional, de mercado, con elegancias del campo y del mar. En su amplia carta se puede encontrar desde una fresca ensalada de naranja (Sierra de Gata), hasta bastoncitos crujientes de berenjenas o cremosas croquetas de rabo de toro que curan cualquier hambre y pena. Y por encargo, arroz con liebre o paloma, paella, chuletones o un entrecot de vaca curada de concurso. Con estas delicias el catovi que se precie no puede faltar en El Junquillo.

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