"No hemos recibido nunca presiones ni las estamos recibiendo", respondió este viernes el alcalde de Cáceres, Luis Salaya, tras el nuevo escenario que se abre con el anuncio de la instalación de una gigafactoria de baterías en Navalmoral de la Mata, una industria que necesita litio, mineral que una empresa australiana, Infinity Lithium, y otra española, Sacyr, quieren sacar de Valdeflores en Cáceres. Preguntado sobre si Acciona y Envision, empresas que promueven la gigafactoria de Navalmoral, pueden contar con el litio de Valdeflores, Salaya subrayó que lo desconoce, pero que lo que está claro es que la empresa de la mina "tendrá que seducir a los vecinos de Cáceres con algo mayor que una fábrica en Navalmoral; si esta empresa pretende seducir a Cáceres, lo tendrá que intentar con proyectos industriales aquí".

Ahora cualquier declaración del alcalde sobre la mina se mira con lupa y recibe múltiples interpretaciones. Por un lado, los promotores, a través de la nueva empresa que han creado, Extremadura New Energies (ENE), están difundiendo su mina subterránea, haciendo hincapié en la planta industrial que transformará el mineral en hidróxido de litio. Y por otro el anuncio de la gigafactoría de Navalmoral vuelve a poner el foco en la extracción de litio de Cáceres. Lo que diga el alcalde es importante porque la decisión de la mina se toma en Cáceres por una sencilla razón: Si no hay un proyecto de interés urbanístico, el que decide sobre la ordenación del territorio es el ayuntamiento. La dirección general de Minas, dependiente de la Junta, pueda autorizar la mina, pero el que debe informar si se puede hacer en el suelo es el ayuntamiento. Y con su opinión en contra, un tribunal anula cualquier decisión autonómica.

Por eso todo lo que diga Salaya es importante y tiene multitud de interpretaciones. El presidente de la Junta, Guillermo Fernández Vara, y Salaya coincidieron este viernes en Cáceres en un acto en el foro de los Balbos. Vara no habló. Lo hizo en Mérida tras la confirmación oficial de Acciona y Envisión. A Salaya no le quedó más remedio que hacerlo.

Salaya lanzó cuatro mensajes. El primero fue que la gigafactoría no significa que obligatoriamente se tenga que hacer la mina en Cáceres y que la ciudad no es el único sitio que tiene litio en la provincia, ya que también está Cañaveral, un proyecto mucho más avanzado que el de Cáceres, tiene ya pedida la concesión, cuenta con proyecto presentado y puede contar con todos los permisos para empezar en los próximos meses.

El segundo mensaje fue que lo único oficial que hay es que una empresa participada por Infinity y Sacyr presentaron un proyecto para una mina a cielo abierto en Valdeflores y que el permiso de investigación se denegó. El proyecto de una mina subterránea "no existe ni existirá para la administración en tanto no se presente y registre, cuando se registre será el momento de valorarlo", afirmó.

El tercero tiene relación con el rechazo social que tiene la mina, que sigue siendo decisivo. ENE ha logrado esta semana el apoyo público de la cabeza de las tres principales asociaciones empresariales de la ciudad. Pero en la calle, el no a la mina se moviliza con más fuerza y apoyo que el sí, ya sea para una mina a cielo abierto o subterránea. En este contexto hay que situar las palabras del alcalde cuando este viernes dijo que la empresa tendrá que seducir a los vecinos de Cáceres con algo mayor que una gigafactoría a 120 kilómetros si quiere hacer un agujero en la sierra de la Mosca, en las inmediaciones de la ciudad, para acceder a la mina subterránea. Además Salaya también lanzaba el mensaje de que si el polo industrial que la empresa de la mina asocia a su proyecto está en Navalmoral de la Mata, no hará que su iniciativa gane muchos más seguidores.

Y el cuarto es que nadie ha presionado al ayuntamiento, ni ahora ni antes, pese a que es la administración de la que sigue dependiendo que la mina de Valdeflores salga adelante o se paralice. No obstante, esa presión existe desde el momento que en otras poblaciones de la región, como Cañaveral, Badajoz o Navalmoral, se anuncia un desarrollo que en Cáceres no se da. También hay que apuntar que la decisión ahora no es solo del ayuntamiento, sino también del juzgado que debe decidir sobre el permiso de investigación minera.