La cueva de Maltravieso es el monumento arqueológico donde se encuentran las pinturas rupestres más antiguas del mundo, hasta ahora gozaban de una antigüedad de más de 66.000 años, pero hace una semana se ha hecho público por parte del jefe de Arqueología de la Junta de Extremadura, Hipólito Collado, que se remontan a más de 90.000 años atrás. El anuncio tuvo lugar durante el homenaje que se realizó el pasado 22 de julio a los descubridores de la cueva en la casa de la Cultura Rodríguez Moñino.

Alfonso Callejo, profesor e investigador de Maltravieso, es el hijo de Carlos Callejo, el primer investigador de la cueva y que fue conservador del Museo de Cáceres; el hombre que intentó por todos los medios darle a la gruta el reconocimiento que merecía porque en la época en la que se descubrió no existía esa cultura que hay hoy en día y entonces no interesaban este tipo de descubrimientos; de modo que no se les concedía la protección que merecían.

«Fue muy difícil para mi padre poner en valor este monumento porque todos los contextos que lo rodeaban en aquella época eran contrarios a la revalorización de la cueva, es el caso del contexto físico o cultural», afirma. Además, el contexto científico que había en la época tampoco ayudaba.

«Cuando mi padre vio las pinturas, el escenario no era el mas idóneo para que se reconocieran porque la opinión generalizada en la ciencia en 1956, decía que era muy difícil que en el centro de la península existieran pinturas paleolíticas. Se barajaba que la zona central peninsular estaba completamente despoblada por el género humano debido a que era una época muy fría todavía, de retirada de la última glaciación y los asentamientos con pinturas rupestres se conservan en la cornisa cantábrica, que es un lugar de clima suave donde se supone que sí estaban las poblaciones de homo sapiens», recuerda el investigador.

La cueva no es visitable ya que no pueden alterarse sus condiciones de temperatura

De manera que Carlos Callejo tuvo que luchar contra estas creencias, incluso trajo a investigadores para que reconocieran sus hallazgos. El primero de los expertos vino desde Salamanca y fue el profesor Maluquer. Éste desechó la hipótesis de que los frescos fueran paleolíticos, argumentando que era un fenómeno natural, químico, de manos apoyadas casualmente, que por determinado proceso, o por el sudor, quedan marcadas y no tienen valor alguno.

A partir de ahí fue una lucha constante de varios años hasta que a finales de 1959 Callejo consigue que se traslade a Cáceres el profesor Martín Almagro, un destacado especialista y director del Instituto Español de Prehistoria, que sí valoró y corroboró la hipótesis original. Fue en ese momento, como relata su hijo, cuando se comenzó a divulgar en los extractos científicos del país la existencia de estas pinturas rupestres cuaternarias en una zona tan excéntrica como Cáceres.

La datación de la cueva es del pleistoceno medio, de 800.000 años y con uranio torio (técnica de datación radiométrica comúnmente utilizada para descubrir la edad de materiales formados por carbonato de calcio, tales como espeleotemas o corales). Se ha conseguido datar alguna de las pinturas rupestres con más de 90.000 años. No deja de ser un hito que la edad que tienen las pinturas es de 66.700 años y que han sido realizadas por neandertales en lugar de por homo sapiens, «que eso ya es importante», sentencia Callejo hijo. «Imaginemos ahora que tienen más de 90.000 años, es algo sin parangón porque de confirmarse esa fecha estaríamos hablando de las pinturas rupestres más antiguas del mundo», asevera. 

El profesor Carlos Callejo en el interior de la cueva de Maltravieso en 1956. Fotografia historica Carlos Callejo con Antonio Máquez en el interior de la cueva de Maltravieso .

Expolios

Desde su descubrimiento, la cueva ha sufrido muchos expolios, debido a que su protección y vigilancia no era excesivamente buena. «Maltravieso se empezó a destruir y no solo se pisaron los pavimentos sino que escarbaron porque corrieron bulos de que había aparecido un collar de oro, una olla de barro llena de monedas... La gente comenzó a buscar tesoros que se llevaron para sus colecciones particulares y para sus estanterías como es el caso de los huesos de hienas», explica.

Después de décadas de abandono, el experto afirma que cree se encuentra protegida desde que existe una Consejería de Cultura y Patrimonio que vela por su mantenimiento, «porque el centralismo -relata- no ayudó mucho a la protección de la cueva; los ayuntamientos tenían unos medios muy limitados en esa época y a pesar de que se cerraba la cueva con una puerta metálica, la gente conseguía entrar. «A partir de 1996, después de una serie de investigaciones, tomó cartas en el asunto la Junta de Extremadura y la Universidad y fue esta colaboración institucional la que consiguió que la cueva se cerrase completamente al público y desde entonces nadie sin permiso puede entrar dentro», concluye Callejo. 

La neocueva

A sus ojos, la idea de hacer una neocueva (réplica que levantará el ayuntamiento en Llopis Ivorra, barrio donde se encuentra la original) «es magnífica». Advierte de que el monumento primigenio dispone de pinturas muy mal conservadas por las décadas de visitas incontroladas que alteraban las condiciones ambientales de la cueva y, por otro lado, explica que su pared calcífica es muy débil y se están produciendo ya desprendimientos de la capa donde están hechas las pinturas. «Todo esto hace que no sea una cueva visitable por el público, entonces cada vez tiene más interés desde el punto de vista científico y está plenamente justificada la inversión en una réplica para que la ciudadanía pueda saber sin necesidad de entrar en la cueva original cuál es el interés científico de la misma», sentencia. 

A juicio de Callejo, la neocueva va a ser un «trampolín turístico» que va a unirse a la oferta monumental de la ciudad.