El escritor, presentador y contertulio Boris Izaguirre, Pepe Rodríguez, uno de los cocineros más reconocidos en el panorama gastronómico nacional y una de las caras más famosas de los fogones y la televisión, Tamara Falcó (hija de Isabel Preysler), la modelo Eugenia Silva que acompañó una foto suya con la sugerente frase ‘Por los tejados de Cáceres’, o los periodistas Andrea Ropero e Iñaki López que aseguraban: «Esto de tener los sábados libres para poder perderte por Cáceres es un auténtico lujazo». A ellos se unen los periodistas, Helena Condis y Juanma Castaño.

Esta llegada de famosos se convierte, indiscutiblemente, en un escaparate de promoción que pocos imaginaron cuando en enero de 2004 los dueños de Atrio, Jose Polo y Toño Pérez, adquirieron el edificio de 520 metros cuadrados entre San Mateo y la calle Olmos donde hoy se levanta su establecimiento de lujo. Los empresarios fueron unos visionarios frente a la horda de detractores que amparada incluso por el Consejo Internacional de Monumentos y Sitios, dependiente de la Unesco, más conocido como Icomos, auspició toda una cruzada en contra de este edificio diseñado por los arquitectos Tuñón y Mansilla porque estimaban que era un ataque al patrimonio sin precedentes.

Estaban equivocados y el tiempo ha dado la razón a Jose y Toño. Tanto es así que el pasado 18 de marzo, Mónica Luengo, vicepresidenta de Icomos, admitió que no estuvieron «afortunados» cuando pusieron en tela de juicio el impacto de las obras del Relais&Chateaux en la ciudad monumental.

Atrio se fundó en 1986 en la plaza de los Maestros de Cáceres

Nacidos en 1961, los dueños de Atrio estudiaron juntos el Bachillerato. En 1986 fundaron su restaurante en la plaza de los Maestros y en 1995 ya tenían el Premio Nacional de Gastronomía. Su historia de amor discurre paralela a sus proyectos empresariales (adquirieron Torre de Sande y ahora ejecutan otro hotel de lujo en la calle Ancha que prevén abrir próximamente tras la adquisición del Palacio de los Paredes Saavedra).

Y es que tener un hotel de cinco estrellas en la parte antigua es un hito turístico para Cáceres y que una empresa local se instalara con tanto poderío en un lugar como la ciudad monumental, tan emblemática como sin vida, fue trascendental.