Los juegos de mesa no es que vivan una segunda juventud, sino que siempre han estado ahí. Monopoly, Parchís, Dominó, Catán, Gestos… Cuando eran pequeños, a José Sánchez (Cáceres, 1985) y a Fernando Campón (Cáceres, 1993) les fascinaban. Especializados en tecnología (telecomunicaciones), administración y gestión hostelera, después de terminar sus estudios, decidieron seguir disfrutando de su afición a los pasatiempos y fabricarlos ellos mismos. Lo que empezó siendo una forma de entretenimiento, terminó convirtiéndose en su modo de vida. Hace varios años se pusieron manos a la obra con este maravilloso proyecto. Así germinó la empresa LittleHouse BoardGames. 

Estos cacereños han convertido su pasión por los juegos de mesa en su trabajo y han creado un total de tres juegos, aunque en octubre lanzarán nuevos pasatiempos, cada uno con una temática diferente y pensados para diversas edades y gustos. Todo el material está hecho con sus propios dibujos y presentados en cajas originales, menos los que saldrán próximamente que cuentan con las estupendas ilustraciones que ha llevado a cabo un amigo suyo (se une a su equipo), David Prieto, diseñador gráfico en LudoNova. Además de la colaboración de David Heras, un creador novel.

Los jóvenes, creadores de pasatiempos, concentrados durante una partida, con el juego ‘End of Line’. SILVIA SÁNCHEZ FERNÁNDEZ

Y es que en LittleHouse BoardGames todo queda en familia: sus familiares, amigos y otros compañeros de profesión son los primeros catadores del producto final. «A ellos les gusta bastante participar, probarlos y para nosotros es muy importante su opinión», destacan a El Periódico Extremadura. Sus juegos se comercializan en su página web, en Amazon y en tiendas seleccionadas de varias ciudades de España. También los venden en Estados Unidos y poco a poco están posicionándose en más países

Las nuevas generaciones cada vez pasan más tiempo en casa, la oferta se ha adaptado con juegos más rápidos y participativos, se están creando unidades familiares de jóvenes que crecieron leyendo desde Harry Potter a El Señor de los Anillos y jugando a míticos como el Ajedrez, Risk, Cluedo, Cocodrilo Sacamuelas, Dragones y Mazmorras, Cifras y Letras, Quién es quién, Pincha el Pirata, Tres y Cuatro en Raya, Uno, Oca, Trivial, Scrabble, Jenga, Tabú, Hundir la Flota, Twister,… 

‘Q Memory’. SILVIA SÁNCHEZ FERNÁNDEZ

«Los juegos están pensados para cualquier público, nuestro principal objetivo es que la gente tenga la mente despierta a través de retos divertidos e innovadores», manifiestan los fundadores de esta editorial de juegos. Los hay más sencillos y otros más complicados, pero no hay ninguno que se parezca a otro. En ‘Q Memory’, los participantes resolverán un animado desafío en el que, por turnos, pondrán a prueba su memoria con 18 losetas hexagonales de múltiples colores hasta que uno de los jugadores encuentre la secuencia que conecte perfectamente los puntos que forman el enlace cuántico. Cumpliendo una serie de normas.

‘Freedom’ es una entretenida batalla dialéctica, en la que rimar a buen ritmo y no perder el hilo de la composición serán claves si queremos ganar. ¡Pero mucho ojo! Si repetimos algún verso o nos lo pensamos demasiado, nos penalizará. «Las rimas surgen y las respuestas son muy amplias. Ayuda a entrenar la velocidad mental y el ingenio. Del mismo modo se fomenta el lenguaje», manifiestan.

‘Freedom’. SILVIA SÁNCHEZ FERNÁNDEZ

‘End of Line’ es un pasatiempo abstracto en el que debemos correr en línea para escapar o bloquear a nuestros rivales, antes de que lo hagan ellos con nosotros. Emplea técnicas visuales para mejorar la concentración. Muy recomendable.

¿Por qué desde niños nos gustan los juegos de mesa? «Jugar es hacer unas pequeñas vacaciones de la realidad cotidiana. Y perder jugando nos sale gratis. Te entrena para la vida con virtudes como la agilidad, humor, sociabilidad y suerte. Pocas actividades resultan más divertidas, enriquecedoras y retadoras intelectualmente que echar una partida», resaltan con energía. No han perdido ni una pizca de entusiasmo, sino todo lo contrario, parece que sus estímulos se hayan agigantado para seguir elaborando pasatiempos ingeniosos y, sobre todo, con acento cacereño.