En pleno corazón del casco histórico cacereño, concretamente en la Cuesta del Marqués, se encuentra la casa museo Árabe ‘Yusuf al Burch’, que ha sido designada por los turistas en la web ‘tripadvisor’ como una de las diez mejores atracciones del país, justo detrás de la Alhambra de Granada.

Y sí, aún quedan algunos vestigios del paso de los musulmanes por Extremadura y aquí en la ciudad existe un buen ejemplo para conocer un poco más de cerca esta cultura y la forma en la que convivían con otras costumbres como son las comunidades judías y cristianas. Es por eso que a la ciudad de Cáceres se le denomina la ciudad de las tres culturas porque en un mismo territorio compartían vida tres culturas bastante diferentes entre sí.  

Fachada de la casa en la Cuesta del Marqués. SILVIA SANCHEZ FERNANDEZ

La casa árabe comenzó a salir a la luz en los años 70 cuando José de la Torre adquirió y restauró la vivienda que hasta esos años había funcionado como estanco. Su nuera Isabel cuenta que «fueron muchos los sinsabores que mis suegros tuvieron que pasar para restaurar la casa, ya que cuando empezaron las obras, en cada rincón aparecían restos antiguos que había que recuperar y para ello hacía falta una solvencia económica que en aquella época era difícil de conseguir».

Finalmente y después de su restauración, De la Torre consiguió abrir la casa como museo con el objetivo de divulgar la cultura árabe en la ciudad. «Él era un apasionado de todo lo que tuviera que ver con los musulmanes, decía que era una cultura muy rica y con muchas curiosidades que todo el mundo debía conocer», relata su nuera. La exposición abrió al público en el año 1976, de manos del embajador de Irak, que vino a conocer este centro donde se enseñaban parte de sus tradiciones. 

Termas romanas que hacían la función de baños. SILVIA SANCHEZ FERNANDEZ

La casa, además de ser árabe, también es romana, ya que está asentada sobre unas ruinas de la época que después funcionaron como mecanismo de calefacción. Es curioso, cuenta José David, el nieto de José De la Torre, como existen unas termas en la casa, que provienen de la época de los romanos y que siguieron funcionando en la etapa de los musulmanes. «Después de la expulsión de los árabes estas termas creemos que siguieron utilizándose por los judíos porque en el barrio judío no se han encontrado en ninguna casa restos de estos baños tan utilizados por nuestros antepasados». 

La casa árabe

La casa tiene todas las características de una vivienda musulmana. «Pensamos que por las dimensiones de la vivienda y por todo lo que se ha encontrado en ella, podría haber pertenecido a un personaje importante de la época, quizás un mercader porque no todos los musulmanes del siglo XII se podían permitir disfrutar de tener en su propia casa un aljibe o unas termas», asevera José David.

En la vivienda, nada más entrar está el zaguán que funciona como recibidor junto a la cocina. Después se pasa a una sala de té, y tas ella la sala de armas. Al fondo el patio. Según cuenta Isabel, «los árabes son muy celosos de su intimidad, el mejor sitio de la casa para ellos era, sin duda, el patio, hasta allí solo entraban las personas de más confianza del dueño de la casa, si no eras una persona allegada a este, solo hubieras entrado hasta el salón de té, que era el lugar donde ellos recibían a las visitas». 

Entrada a la sala de té desde el zaguán. SILVIA SANCHEZ FERNANDEZ

En el patio se puede observar un espacio con forma de escenario desde el cual ofrecían espectáculos a las visitas importantes o que fueran a realizar un negocio bastante deseado. «El espectáculo podía ser tanto de baile o de poesía porque a ellos les gustaba disfrutar de alguien recitando poemas. Según un dicho popular, al buen musulmán no le puede faltar el canto del agua, el canto de la alondra y el canto de la amada, es por eso que en el patio lo tenían todo, ya que en un lateral existen dos cabezas de leones que funcionaban como fuentes», asevera Isabel. 

Tras el espacio más importante aparece la sala de danza, lugar en el que dormían las mujeres. «En este caso se creía que el habitante de esta casa tenía dos», relata, «y en la zona más elevada está la habitación del señor. Esto es una metáfora que hacía alusión a la condición superior del hombre en esta cultura. Además, el cuarto está sobre los baños y generalmente es la zona más fresca en verano y la más cálida en invierno».

«El turismo es muy importante porque gracias a él podemos mantener el museo», afirma Isabel

Este espacio también estaba aprovechado por la bodega, lugar en el que guardaban y conservaban todo tipo de alimentos. Como peculiaridad, la vivienda dispone de un aljibe privado que todavía está en funcionamiento, puesto que se puede seguir extrayendo agua de él. «Tener un aljibe en la época era muy importante, ya que un bien tan preciado como es el agua lo tenías en tu propia casa y no era necesario salir a buscarla a las tradicionales zonas de recogida como por ejemplo Fuente Concejo. El hecho de salir podía suponer no volver a casa porque debido a las guerras y revueltas, traspasar la muralla era una aventura bastante arriesgada», explica José David. 

Escenario desde donde se hacían los espectáculos en el patio. SILVIA SANCHEZ FERNANDEZ

El turismo

Las visitas a la casa árabe son libres, ya que no es necesario pedir cita a la hora de entrar en ella. Además, se mantiene con el pequeño donativo que los turistas entregan cuando salen. Isabel admite «que es muy difícil mantener lo que es el museo porque al ser un bien privado no recibe ninguna subvención por parte de los estamentos públicos. Nosotros nos turnamos todos los días para enseñar la casa, viene siempre el que puede, unos días está mi marido, otros días estoy yo o mis hijos, ellos nos ayudan mucho y gracias a eso podemos seguir manteniendo el museo que inauguró mi suegro».

La casa, del siglo XII, perteneció a una persona adinerada de la época, quizás a un mercader

«Para nosotros el turismo es muy importante porque gracias a los visitantes podemos seguir adelante con este proyecto de mostrar todos los aspectos de la cultura árabe en pleno centro de Cáceres. Son muchos los turistas que nos llaman y nos preguntan el tiempo que es necesario para ver todas las estancias. No sé que decirles porque la verdad es que no hay un tiempo estipulado para hacer la visita completa. Al ser una casa, cada uno puede estar el tiempo que quiera. Hay personas que vienen y la visitan en diez minutos porque tienen prisa por ir a otro sitio y vienen de paso, pero en cambio hay otras personas que están más de una hora recreándose en todo lo que envuelve al espacio», explica Isabel. 

Cocina típica de las casas árabes. SILVIA SANCHEZ FERNANDEZ

Viajar en el tiempo

A su vez, recomienda a todos los visitantes a que se introduzcan en la casa, se fundan en ella, se trasladen a la época para entender un poco mejor todo lo que contiene. «Para nosotros es un orgullo que hayan designado a la casa como una de las diez mejores atracciones. Creo que ha sido por el trato tan cercano que tenemos con los visitantes. Al tener poco volumen de visitas, intentamos tener un trato personalizado con cada una de las personas, porque cuando salgan quizás no se acuerdan del nombre de una espada, pero se llevarán consigo el trato amable y la esencia que desprende todo esto. Hay una leyenda que dice que la vivienda está encantada, al igual que muchos palacios del casco histórico. Yo no sé si los visitantes -concluye entre risas- han podido ver la parte encantada de esta casa, pero que es encantadora, seguro que sí».

Armas y otros objetos expuestos en la sala de armas. SILVIA SANCHEZ FERNANDEZ