El director ejecutivo de  Extremadura New Energies (Ene), Ramón Jiménez, mantuvo esta semana la misma previsión que viene dando desde hace meses:a finales de 2025 saldrá de Cáceres la primera tonelada de hidróxido de litio que se produciría en la planta industrial que trataría el mineral que se obtenga del yacimiento de Valdeflores. En esa fecha o más tarde, unos meses después, ya habría una mina en Cáceres operativa, según esta planificación. Pero la cuestión ya no es cuándo, los plazos difícilmente se cumplen, sino si al final habrá o no una mina. Si la pregunta se hubiese formulado hace un año, la respuesta habría sido un «no», pero ahora la contestación es «depende de lo que queda aún por tramitarse».

¿Qué ha cambiado en un año? Lo que ha cambiado es que el proyecto es subterráneo, lo que reduce su impacto, y que la Junta está tramitando la aprobación definitiva de un decreto ley que ayuda al desarrollo de este tipo de proyectos, que además, en el caso de Valdeflores, trata el mineral en la misma zona donde se extrae. El decreto ley no lo hace ya viable, pero sí facilita su tramitación acortando los plazos.

¿Qué tramitación queda? Queda primero que el juzgado se pronuncie sobre la denegación del permiso de investigación -la resolución judicial podría estar próxima a salir-. Si la sentencia es favorable a la empresa, el trámite sería incluso más ágil, podría pedir casi de inmediato la autorización de explotación. Y si es contraria, pues se activa el permiso de exploración que también tiene solicitado la empresa minera para llegar al mismo sitio:que la Junta autorice la explotación de los recursos de litio que hay en Valdeflores.

Pero ya sea con un permiso de investigación o con uno de exploración o pidiendo una concesión directa de la explotación, antes el proyecto necesita una declaración de impacto ambiental ordinaria que sea positiva. Y esto, pese a decretos leyes y a todo lo que se diga, oíga o se quiera, no es tan sencillo ni tampoco tan ágil porque se trata de una actividad, aunque sea subterránea, que tiene un impacto considerable y que está a escasos kilómetros, por no decir metros, de una ciudad. Aquí no se trata de discutir ni de cuestionar el empleo que el proyecto pueda crear, ni el desarrollo que lleve aparejado, ni el valor del litio como materia prima. Lo que está en discusión es si este tipo de extracciones y plantas industriales caben junto a la ciudad. Y esto se tiene que resolver en el estudio de impacto ambiental, es el elemento clave, es el que puede tumbar o dar viabilidad al proyecto de la mina. Y ese es el trámite más destacado que aún queda. 

La empresa ha dado esta semana un paso importante. Ha presentado en la Consejería para la Transición Ecológica el proyecto inicial para que el órgano ambiental autonómico pueda elaborar un documento de alcance que sirva a la empresa para la redacción del estudio de impacto ambiental que tendrá que presentar una vez que solicite la autorización para la explotación del yacimiento. Es un paso destacado, lo mismo que lo será la contestación que se dé en ese estudio de alcance sobre las tres alternativas propuestas por la empresa para las instalaciones exteriores de la mina subterránea, una contestación que no resolverá la pregunta del título, pero que sí acerca el trámite del estudio de impacto ambiental.