13.00 horas del miércoles, 19 de octubre de 2022. Cuatro periodistas y tres técnicos de la Consejería de Cultura se colocan un mono blanco, un casco con linterna y desinfectan las suelas de sus zapatos para iniciar uno de los recorridos más fascinantes de los que puede disfrutar el ser humano: conocer cómo era la vida del hombre neardental hace más de 60.000 años en el Cáceres del Paleolítico. Siete personas privilegiadas que han sentido de cerca la claustrofobia, los altos niveles de humedad y han sufrido algún que otro traspié... incidencias todas ellas dentro de la normalidad pero que se sortean airosamente con tal de contemplar el tesoro de la Cueva de Maltravieso, una de las cavidades más representativas del mundo.

Ha sido el aperitivo para lo que vendrá el próximo 28 de octubre: la reapertura de Maltravieso al público. Lo hará durante seis meses y solo se permitirá el acceso de grupos de cinco personas. La iniciativa forma parte de un proyecto piloto que comenzó antes de la pandemia, pero que como consecuencia del coronavirus se tuvo que paralizar. Las cinco personas entrarán juntas, todos los viernes de cada mes, y lo harán tras un sorteo que realizará la propia Junta previa inscripción online gratuita en la página web visitaescuralmaltravieso.com. Los interesados tienen que aportar su DNI y número de teléfono. Esos cinco serán también unos auténticos privilegiados porque podrán ver en el siglo XXI figuras que se hicieron hace millones de años. El llamamiento ha sido tan espectacular que Cultura no ha sabido precisar el número de peticiones que ha recibido: "Son muchísimas", ha dicho antes de la visita de hoy Hipólito Collado, jefe de Sección de Arqueología de la consejería.

Interior de Maltravieso. JERO MORALES / EFE

Junto a él, Celia Chaves Rodríguez y Samuel Pérez Rodríguez hacen de guías en este viaje en el que ha participado El Periódico Extremadura. Cuarenta minutos espectaculares que Collado define así: "Vamos a ver el arte rupestre más antiguo de Europa hecho por los neardentales. Se puede ver en muy poquitos sitios, este es uno de ellos y es una auténtica barbaridad". El arqueólogo conoce este lugar como la palma de su mano. Habla desde la Sala de Tránsito o de Preparación, una especie de patíbulo situado a la entrada de la cavidad. Es una estancia para cambiarse, preparar los equipos, las luces de apoyo, y limpiar los zapatos con un desinfectante de agua oxigenada, sulfato de cobre y otros compuestos químicos que evitan las contaminaciones en el interior y que han realizado estudiosos del Instituto de Investigaciones Agrarias Finca La Orden-Valdesequera, ubicado en la localidad pacense de Guadajira.

Bienvenidos

"Os damos la bienvenida a uno de los sitios más mágicos de Cáceres", dice Collado en la Sala de la Entrada, segunda parada de este viaje. Los participantes de la visita se sientan en el suelo, adaptan su cuerpo a la nueva situación y toman conciencia por primera vez de lo fascinante que es todo esto. "Hasta aquí -relata el experto- es donde llegó la explotación de la cantera cuando se descubren las primeras pinturas en 1956. A partir de aquí -añade- vamos a hacer un recorrido lineal de 90 metros hasta el fondo, con un altura de techo de entre cinco y siete metros".

Otra de las instantáneas captadas. JERO MORALES / EFE

Durante el trazado sinuoso, estrecho, el visitante experimentará en su organismo los efectos de los cambios de temperatura y la humedad, que oscila desde el 77% que marca la Sala de Entrada hasta el 95% de las zonas más profundas de la cavidad. Estos niveles se miden a través de unos aparatos distribuidos por distintos espacios y que se encargan de parametrizar la temperatura, la presión atmosférica o el CO2. Ayudan, en definitiva, a comprobar cómo responde y evoluciona la cueva al impacto del ser humano. "Los que estamos aquí somos personas, pero también hornitos de 37 grados de temperatura, tenemos la costumbre de respirar y eso irá cargando de CO2 la cavidad. En un espacio tan estrecho, con poca corriente de aire, nuestra presencia provoca aglomeraciones" que pueden afectar negativamente a Maltravieso, una cueva de piel sensible que obliga a su preservación.

El interior de Maltravieso. JERO MORALES / EFE

Vamos avanzando en línea. Delante, Hipólito y Celia. Al final, Samuel. "Aquí estamos para pasarlo bien. Si tenéis algún problema, paramos. En el exterior tenemos a otra técnico de apoyo, Lucía Méndez, por si ocurriera algún percance", advierte Collado, ya en pie, dispuesto a mostrar el más preciado tesoro de la historia de la humanidad. Agachados, los miembros de la expedición adelantan. "Cada vez que entro me emociono. Es volver a lo más cercano que nos han dejado nuestros antepasados", confiesa Collado mientras camina por la galería hasta que pasada la primera curva se divisa la Sala de los Huesos.

Carlos Callejo y los antecedentes

Pero antes de seguir más allá de las profundidades, el arqueólogo pone en antecedentes y se remonta a principios de los años 50 cuando en la zona de Maltravieso avanzaba a pasos agigantados una cantera de cal. Un día unos obreros pusieron sobre la pista del descubrimiento de una cueva al encontrar algunos huesos fósiles de animales que les llamaron la atención. Más tarde aparecieron varios enterramientos de la época del Bronce.

Hipólito Collado. MIGUEL ÁNGEL MUÑOZ

El verdadero interés de la Cueva de Maltravieso comienza cuando el 8 de enero de 1957 Carlos Callejo, conservador del Museo de las Veletas, publica en el EXTREMADURA un artículo donde da a conocer la existencia de las pinturas rupestres que había logrado ver en tres minuciosas exploraciones hechas en octubre y noviembre de 1956. Poco tardaron en alzarse las voces que defendían que este monumento singular --que nos ilustra sobre la alborada del arte humano en una región hasta entonces sin documentación alguna sobre el hombre cuaternario-- debía ser conservado.

Callejo acudía casi todas las tardes a la cueva con Antonio Márquez, un capataz de Telégrafos que era su mano derecha. A rastras, con su lámpara de carburo, se convirtió en un diestro espeleólogo que logró que el catedrático Martín Almagro y otros profesores de Alemania y Canadá llegaran a Cáceres para ver aquella cavidad, que no tardó en convertirse en monumento nacional. Y es que la gruta del calerizo cacereño, de la que el ayuntamiento hará una réplica antes de 2025 gracias a una inversión de más de dos millones de euros de fondos europeos, conserva la primera manifestación de arte rupestre de todo el planeta. Se trata de una mano pintada en negativo cuya datación se ha retrasado hasta los 66.700 años de antigüedad, lo que además implica que fue realizada por el hombre de Neandertal, toda una revolución en los esquemas prehistóricos.

Celia Chaves. MIGUEL ÁNGEL MUÑOZ

La cueva lleva al menos 27 años cerrada a las visitas, salvo de especialistas e investigadores. Fue ocupada por el hombre en distintos momentos de la Prehistoria. Otras cuevas próximas son las de El Conejar y Santa Ana. Por ella pasó el equipo Primeros Pobladores de Extremadura y ahora continúan analizándola los técnicos de la Junta liderados por Hipólito Collado. A lo largo de estos 27 años Maltravieso se ha abierto en ocasiones puntuales, como la de hoy.

Collado recuerda que en 1959, los peones camineros de la Diputación de Cáceres abrieron a pico y pala un caminito para los expertos, que ahora nos permite avanzar y que evita el recorrido reptal. La entrada a la Sala de los Huesos resulta espectacular. Habitualmente está encharcada, pero en la actualidad se muestra completamente seca por los efectos de la sequía. Son perfectamente visibles unas cuadrículas en las que queda documentada la existencia de cubiles de hiena. Las bestias cazaban en el exterior y luego entraban en el interior, donde permanecían sus crías a la espera de comida.

Lugar utilizado para poner la grasa animal con la que alumbrarse. MIGUEL ÁNGEL MUÑOZ

Eso da idea de todo lo que movía a su alrededor Maltravieso, una cueva contaminada, que pasó desde su descubrimiento largos ciclos de abandono. En los años 50 el arte rupestre era desconocido en Extremadura porque esas manifestaciones eran más propias de la cornisa cantábrica, de modo que ese acumulativo ha contribuido negativamente a su conservación. Si tocas el techo y te llevas el dedo a la nariz huele a humedad y a setas porque está repleto de colonias de hongos (estudiadas y controladas, pero que hay que vigilar porque si llegan a un panel con arte rupestre se pone en riesgo su continuidad).

Es una curiosidad más de este bello viaje por los confines de la tierra, donde escasea el aire y no entran ni la luz ni el sol. Toca agacharse aun más. "Cuidado con los escalones", dicen los guías. La expedición entra en la incomparable Sala de las Columnas, que atesora las primeras manifestaciones de arte rupestre del recorrido.

Imagen del techo. MIGUEL ÁNGEL MUÑOZ

Esta sala se corresponde con el primer tercio de la cueva y en ella aparecen siete (visibles hay tres) de las famosas 60 manos reproducidas en Maltravieso. Las más comunes son las llamadas 'manos en negativo'. Los neardentales apoyaban la mano en la pared, y desde la boca, con el pigmento cargado en rojo, soplaban. Luego retiraban la mano y quedaba la huella en negativo. Hay manos en horizontal y vertical. Por las características del espacio, que es muy reducido, todo hace pensar que para pintar las manos en negativo era necesario que al menos dos personas participaran en ese proceso: una es la que apoya, otra es la que sopla.

Las manos

Seguramente la Sala de las Columnas es la más importante de la cueva en lo que se refiere a la conservación del arte rupestre. Lo explica Hipólito Collado al recordar que las pinturas de las manos (en este lugar son todas de personas adultas) se realizan sobre la roca encajante de color marrón de la cavidad. Ocurre que la misma desarrolla una película de cal que es la que sostiene la pintura. Sucede que esa adherencia de calcita es tan débil (está hecha de pequeños cristales de aragonito) que al más mínimo cambio de las condiciones de temperatura, la capa se craquela y se cae. "Si esa película se cae, se cae el arte rupestre. Y ese es el enorme problema que tiene la cueva de Maltravieso, la estabilidad de su soporte", concluye Collado.

Avanzando hacia el fondo está la Galería Central. A la misma se puede acceder de dos modos: de pie o reptalmente. La última opción se descarta porque habría que arrastrarse en muy malas condiciones, así que se escoge el recorrido más cómodo puesto que el otro solo es recomendable para los espeleólogos. Aquí encontramos manos infantiles: el pulgar está arriba, le siguen el índice, el central y el corazón. Falta el meñique porque siempre se escondía y era señal de que todos los que pintaron Maltravieso pertenecían a la misma tribu.

Resulta curioso como esas manos apuntan hacia el interior cuando entras a la cavidad y hacia el exterior cuando sales, puesto que se trata de pinturas orientadoras que servían como guías y actuaban como indicador en el recorrido de la cavidad. En este sentido, las manos verticales les facilitaba avisar de que se trataba de una zona de caída o de que llegaba una bifurcación. Otro de los detalles son los puntos de luz, agujeros que se picaban y en los que se colocaba grasa animal para prender fuego. Eso les permitía transitar por la cueva y alumbrar mientras pintaban.

El Panel del Descubrimiento

De la Sala de las Columnas llega a la Sala de las Pinturas. Es una de las zonas más llamativas de Maltravieso, donde se guarda el Panel del Descubrimiento, un compendio de los primeros símbolos que aparecen en el arte rupestre en el mundo. Se trata de figuras como líneas de puntos, una super mano vertical con los dedos hacia arriba, trazos pareados, discos soplados de color rojo y triángulos también pintados en rojo. Cuentan que cuando Carlos Callejo entró aquí se dio cuenta de que esto era producto de la mano del hombre y que, efectivamente, en Maltravieso había arte rupestre.

El Panel del Descubrimiento no es el bisonte de Altamira, no es un bóvido, no es un caballo, es en realidad un elemento simbólico que solo entendían quienes lo ejecutaron y que utilizaban para comunicarse entre ellos más allá de la palabra, uno de los códigos del hombre neardental, antes solo atribuido a los sapiens. No es un arte rupestre espectacular, es verdad, pero es el comienzo del arte rupestre y por eso tiene esa maravillosa importancia.

Los primeros socios del Atlético de Madrid

En ese panel también aparece la técnica mixta, única representación de esta modalidad perteneciente al paleolítico superior que en Europa solo puede verse en Maltravieso. Se trata de manos en positivo y en negativo que se hacían a base de óxido de hierro en rojo, óxido de manganeso en negro, carbón, uranio-torio, calcita y ceniza. "Siempre decimos que los neardentales son los primeros socios del Altético de Madrid o el origen de la bandera de Cáceres", comenta Collado entre risas. Igualmente, puede verse un triángulo grabado, la cabeza de una cabra, el cuello, la quijada, el hocico, la frente y los cuernos. Podrían estar datadas mucho antes de los 60.000 años.

De ahí y para finalizar, la Sala de las Pinturas, donde aparece la representación de la grupa de un caballo o pinturas de manos escondidas entre las rocas, que solo pueden verse si nos tiramos en el suelo. Se piensa que son una representación del deseo del hombre de contactar con Dios en busca de la eternidad. El final de la cueva estaría en la Sala de las Chimeneas, que no se visita porque está ocupada por la zona de excavación.

Toca la vuelta al exterior, a salvo y con la sensación de haber sido testigo de un acontecimiento único y maravilloso que solo puede verse en Cáceres, la ciudad Patrimonio de la Humanidad que también es Patrimonio del Paleolítico.