Más de dos mil kilómetros separan Cáceres de cualquier ciudad de Irlanda. Esta distancia, insalvable en lo físico, es sorteada por un elemento común: la música. Es el hilo conductor que comunica los dos puntos durante esta semana y demuestra que la lejanía solo es una cuestión de números.
Así lo demuestra este viernes la fiesta irlandesa, Irish Fleadh, que de nuevo hace resonar sus ritmos en cada calle. Los bares reservan sus mesas para los músicos, que poco a poco se congregan para improvisar sus sesiones. Alrededor, curiosos y clientes que se alegran y se sorprenden del hilo musical. Cada paso en el centro de la ciudad hasta el domingo estará protagonizado por una flauta, un violín, un acordeón o un bodhrán, un reconocible tambor irlandés. También hizo lo propio horas más tarde en la plaza Mayor.
Aunque el pasado sábado ya empezaron a sonar ritmos irlandeses en el Casar de Cáceres y esta semana la filmoteca ha guiñado al país y el centro ha sido escenario de talleres bilingües, el festival concentra entre viernes y sábado el grueso de su programación. De hecho, en los dos días reparte los conciertos en su escenario fetiche en Santa María. Este año, al contrario que el anterior, ni organización ni público miran al cielo. La previsión meteorológica dará tregua a los conciertos al aire libre.
Como novedad en esta edición especial por sus dieciocho años, el festival se acerca por primera vez al deporte irlandés y ha organizado un encuentro de fútbol gaélico y hurling. Será a las 10.00 en la ciudad deportiva. A las 15.00 horas habrá paellada en Moret y a las 21.30 empiezan los conciertos en Santa María con Anxo Lorenzo y Realta.
