El Periódico Extremadura

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EL CONTENEDOR DE LA HISTORIA CACEREÑA: GRAVES DEFICIENCIAS Y SOLUCIONES INTEGRALES

El proyecto del Museo de Cáceres revela su inseguridad y caos durante años

Recoge que las dotaciones han sufrido una obsolescencia «grave» con riesgo para las personas, las piezas y el recinto. Su reforma acaba de salir a licitación por 7 millones, 27 años después de que se aprobara y 40 más tarde de la última obra

Hay grietas en la fachada del Palacio de las Veletas de Cáceres que favorecen la humedad. MINISTERIO DE CULTURA

La última mejora de peso en el Museo de Cáceres se acometió entre 1972 y 1976, pero en 1986 ya había quedado obsoleta por los cambios de la normativa de los museos y se planteó la necesidad de otra reforma. No fue aprobada por el Ministerio de Cultura hasta 1995 y no se ha licitado hasta 2022. En estos 40 años desde la última obra, se ha producido un «grave» desfase del recinto, con «todas» sus instalaciones ya obsoletas, situación que ha podido «poner en riesgo» a visitantes y piezas históricas. Por ejemplo, la instalación eléctrica no cumple «los requisitos de la normativa», la acometida de la entrada supone un peligro «inasumible» para los usuarios, los aseos de los años 70 podrían estar filtrándose en el aljibe, las condiciones de protección de las piezas son «clamorosamente deficitarias», y la organización funcional es «caótica» por mezclar usos y recorridos.

Lo dice la propia memoria del proyecto, que por fin permitirá subsanar todas estas situaciones con una obra de 7 millones de euros en los cuatro espacios que forman el museo: Palacio de las Veletas (siglo XVI), Casa de los Caballos (siglo XVI), jardín y pabellón de restauración. Pero también lo han dicho durante años los responsables de esta institución cultural que depende del ministerio y que gestiona la Junta. Aun así, la respuesta ha tardado décadas, y ello pese a que el proyecto subraya no una, sino tres razones genéricas que justifican «la necesidad imperiosa de la intervención en el conjunto del museo»: Primera, el estado de conservación de sus estructuras arquitectónicas; segunda, la obligación de renovar los servicios que presta la institución; y tercera, la situación «mayoritariamente obsoleta» del programa museográfico y de sus dispositivos.

Existe riesgo de pérdida de la cerámica exterior del edificio, muy característica. MINISTERIO DE CULTURA

Un repaso al museo a través de la descripción del propio proyecto evidencia su estado. La estructura del Palacio de las Veletas (recinto principal y Monumento Nacional desde 1931) puede considerarse «aceptable», «pero si argumentamos que han pasado más de 40 años de uso institucional, y valoramos la evolución de aspectos como las instalaciones, la seguridad de uso, la accesibilidad y en general todo lo que tiene que ver con la normativa vigente, supondremos que el grado de obsolescencia del inmueble puede ser bastante grave, e incluso poner en riesgo la propia seguridad del inmueble, de la colección y de los propios usuarios», recoge la memoria descriptiva.

Un problema «urgente»

En concreto, el proyecto se refiere al sistema de acondicionamiento e instalaciones «como el problema más grave y urgente del edificio», por el peligro que implica «para el propio recinto, los bienes y los usuarios». Los mecanismos de detección de incendios, alarmas, cámaras, circuitos cerrados y en general de control de la seguridad del edificio y de sus piezas se han ido introduciendo parcialmente, «y urge su completa puesta al día». Además, la instalación eléctrica «debe ser renovada en su totalidad por no cumplir la normativa vigente», incluida «la acometida que atraviesa la bóveda del zaguán de recepción y que constituye un riesgo inasumible».

En definitiva, la obsolescencia de «todas» las instalaciones y sistemas «obliga a su renovación completa», porque ni cumplen las exigencias ni «garantizan las mínimas condiciones exigibles» en relación a la seguridad del edificio, del público y de los fondos que atesora el museo. Incluso los aseos son escasos y se encuentran mal ubicados. «Pueden estar causando filtraciones en el aljibe. La instalación de fontanería y saneamiento data de los años 70», advierte el proyecto.

Una de las carencias en las que más se detienen los técnicos afecta a la conservación de las piezas, aspecto en el que este edificio es «clamorosamente deficitario», y ello por un doble motivo. De un lado, «la seguridad ante robos, siniestros e inclemencias no está asegurada como debiera», ya que el museo no cuenta con los sistemas técnicos de control, ni exterior ni interior, exigibles hoy «para garantizar la custodia de los bienes».

La instalación eléctrica debe "renovarse en su totalidad" por no cumplir con la normativa vigente

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De otro lado, «las condiciones específicas para la conservación de las piezas (expuestas o en almacenes) tampoco son las adecuadas. El control de temperatura y humedad se realiza mediante un sistema de calefacción «rudimentario y obsoleto», y con aparatos individuales de climatización (splits) instalados sala a sala y despacho a despacho, que producen un importante impacto visual y ni siquiera garantizan «las condiciones de mantenimiento mínimas que requieren las piezas».

A ello se suma la «ínfima calidad material y constructiva de las carpinterías exteriores del edificio», que además de ser falsas reproducciones históricas, no ofrecen seguridad ante intrusos ni las condiciones de estanqueidad y aislamiento exigibles por la normativa vigente.

Las salas son obsoletas en todos los sentidos. MINISTERIO DE CULTURA

Más carencias: el área de recepción se reduce al zaguán de las Veletas y a la cabina expendedora de entradas. Los visitantes deben esperar su turno fuera del museo. Tampoco hay punto de información, ni guardarropa adecuado, ni tienda. Asimismo, el área técnico-administrativa no reúne las condiciones de iluminación, ventilación y espacio adecuadas para su función.

Las Veletas, «con numerosas e insalvables barreras interiores», tampoco es accesible en ninguna de sus plantas. Ni se puede pasar el umbral con silla de ruedas, ni siquiera existe un ascensor. Hay otras patologías que afortunadamente se subsanarán con la reforma, como fisuras y grietas puntuales en la fachada que facilitan la penetración del agua, la falta de impermeabilización «de casi todos los elementos horizontales» que reciben el agua cuando llueve, la falta de mantenimiento de las forjas, el recovo «parcheado mil veces» en la cubierta, e incluso, muy llamativo, «el riesgo de pérdida definitiva de todos los elementos originales de cerámica vidriada, gárgolas y balaustres, por su avanzado estado de deterioro».

Casa de los Caballos

Por su parte, la Casa de los Caballos tuvo su última restauración entre los años 1988 y 1992, cuando la Diputación Provincial la cedió en permuta (a cambio de la Casa del Mono) al museo para ampliarlo y alojar la colección de Bellas Artes. Además se construyó el pabellón de restauración en el patio lateral, anexo a los Caballos. Debido a esta reforma su estado general de conservación también se considera «aceptable», pero, al igual que las Veletas, presenta patologías e instalaciones anticuadas fuera de reglamentación.

De hecho, el proyecto califica de «preocupante» este desfase y destaca sobre todo tres deficiencias: la ubicación del cuarto de calderas tras el almacén de reserva de los fondos, lo que supone «un riesgo inasumible para estos»; la antigua red eléctrica, «que debe renovarse en su totalidad»; y la falta de actualización de los sistemas contraincendios, seguridad, alarmas....

Existen otros deterioros más concretos y específicos, como el estado de los pavimentos de resina de todas las plantas de la Casa de los Caballos (desconchones, abrasiones y apertura de fisuras), la presencia de humedades en paramentos verticales y suelos (procedentes de las correntía del terreno), el deterioro de las carpinterías de madera exteriores por la falta de calidad del material y la carencia de mantenimiento, la presencia de peldaños sueltos, o el desprendimiento de arenilla de las bóvedas de ladrillo visto (el proceso de picado de los revocos no se completó con sellantes).

Junto con estos problemas en las infraestructuras, los equipamientos y la seguridad, el Museo de Cáceres tiene otro serio escollo que afecta a su organización. Al ser un recinto dual (Palacio de las Veletas y Casa de los Caballos, además de jardín y pabellón de restauraciones, todo ello a distintas alturas), se ha generado «un funcionamiento problemático del museo en su conjunto», tanto en el itinerario de los visitantes por las salas, como en la organización de las diferentes áreas.

El recorrido museográfico «no es lineal», sino que se corta, retrocede, genera bucles.... Un ejemplo: la visita al aljibe obliga a una ida y vuelta por las mismas salas, atravesando dos veces los mismos cuellos de botella. Otro ejemplo: los espacios abovedados en torno al aljibe están destinados a almacenes y no son visitables pese a su valor histórico.

Mezcla de usos y usuarios

La organización funcional, continúa el proyecto, «es caótica por la mezcla indiscriminada de usos y circulaciones en los dos edificios». En Veletas, el área administrativa, técnica, biblioteca e investigación están en medio del recorrido expositivo. Del mismo modo, las secciones de Arqueología y Bellas Artes, que atesoran las piezas más representativas, se ubican en distintos edificios y en medio del recorrido se pasa por el salón de actos o la sala de exposiciones temporales. La biblioteca o la zona de investigadores han tenido que colonizar parte del corredor por falta de espacio. Todo ello genera «un problema grave de seguridad» por la dificultad de establecer «un control eficaz de los diferentes usuarios que acceden al museo», y de garantizar unas «mínimas condiciones» de protección. Tanto es así que «visitantes, personal interno, proveedores o mantenimiento se cruzan permanentemente».

Las condiciones de protección de las piezas son "clamorosamente deficitarias», y la organización funcional, caótica

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Esta superposición de secciones y recorridos afecta a todo el recinto. El nuevo proyecto rediseña el recorrido expositivo y unifica la colección disolviendo definitivamente las secciones, de manera que el hilo argumental será ‘Cáceres’. Además se renovará la museografía, ahora a años luz de lo que exige un museo del siglo XXI, ya que los contenidos llevan demasiados años expuestos en vitrinas antiguas, mal iluminadas, sin recursos interactivos. 

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