Antes de atenderles, a los clientes que entran por la puerta se les pregunta por su salud y por aquel asunto pendiente desde hace tiempo. «¿Cómo sigue tu madre?» «¡Dime que aprobaste la oposición...!» Hay pocos anónimos, la mayoría tienen nombre, y no existe mejor terapia que la de la barra del mesón o de la peluquería donde los clientes aconsejan con franqueza sobre problemas reales. Puede que este sea el principal secreto del dinamismo de la calle Pedro Romero de Mendoza y vías aledañas, en Cáceres. Ya le llaman la ‘Pintores’ de Mejostilla, con más de una veintena de negocios satisfechos con sus resultados, en una zona donde la llegada de importantes superficies hace dos décadas generó un intenso comercio de proximidad. Aquí se compra en el barrio, «y así todos vamos creciendo juntos, poquito a poco», afirman.
Quizá porque se trata de bloques y residenciales de rentas medias con muchas hipotecas ya pagadas, o porque se mantiene la cercanía del barrio tradicional, lo cierto es que existen pocas calles con ese trasiego de negocios y además tan variopintos: tienda de animales, joyería, bares, peluquerías, papelería, carnicería, puertas y ventanas, inmobiliaria, clínica dental, multitiendas, servicios de podología, fisio o estética... «Tenemos un público familiar, joven, respetuoso, no especialmente exigente, trabajadores como nosotros de modo que nos entendemos rápido, con días mejores y días peores», comenta Ángel desde su papelería. Unos establecimientos que por servicio y precio también atraen a público de otros puntos de la ciudad. «Vienen a un local y compran en el siguiente», señalan orgullosos de sus buenas relaciones.
Por ello, estos autónomos se negaban a vivir otra Navidad apagada. «Llevamos años así porque al no ser un colectivo comercial, no nos ponen ninguna luz especial en estas fechas», explica María del Mar desde la peluquería que lleva su nombre. De modo que han comenzado a constituirse como asociación y están tramitando los papeles porque quieren ultimar el proceso a principios de año. Mientras tanto han comprado tantos árboles de Navidad como negocios hay en la calle, que ya brillan en las puertas con luces azuladas. También han creado una gran cesta cargada de regalos y servicios (sesiones de estética, dentales o de cuidado personal, productos de belleza, artículos navideños, material escolar, complementos caninos...), con papeletas gratuitas para los usuarios.
Evolucionar con la barriada
Se sienten como una galería comercial abierta, pero con un trato cercano propio de los negocios toda la vida. Así lo explica Pilar Campón, titular de la Joyería Granate, una de las veteranas de la calle (21 años de trayectoria). «Mi opción era empezar desde el principio y no podía competir con firmas que llevaban 40 años en el sector. Además el centro era poco asequible. Aquí se estaba formando un barrio nuevo y le vi muchas oportunidades de futuro. Vinimos con la confianza de que el negocio crecería con Mejostilla. Tal cual lo pensé, tal cual ha sucedido», se sincera. Muy pronto reunió una clientela agradecida por no tener que subir al centro para elegir un regalo de joyería o cambiar la pila del reloj. «Todos vamos evolucionando poco a poco, es una buena zona comercial y ahora estoy muy contenta de haber tomado aquella decisión».
«Abrimos con la confianza de que el negocio crecería con Mejostilla. Así lo pensé, así ha sucedido»
Pilar destaca sobre todo la «tranquilidad» de la barriada, «muy familiar». «La gente compra en cercanías porque existe de verdad mucha variedad». De hecho, se ha encargado de todo el papeleo que conlleva crear la nueva asociación de empresarios. «Ya hemos hablado con el personal de la Junta y nos han dado las pautas. Nos gustaría resolverlo lo antes posible».
Justo enfrente se ubica la Papelería Ángel. Huele a goma Milán, a tinta de fresa, a papel nuevo. Un lugar adecuado para renovar el escritorio y ponerse al día de los resultados del Dioce. «Me vine aquí porque la consideré una calle muy comercial, hay varios centros educativos, muchos niños en la zona, y pretendía enfocar el negocio en torno a los colegios», dice Ángel Mancha. Había trabajado 23 años en una tienda similar en el centro y quería empezar por cuenta propia. Lo hizo de una forma realmente valiente: «El mismo año que me estrené como padre, comencé como autónomo».
«Nuestros clientes son trabajadores, igual que nosotros. Nos entendemos rápido»
Una etapa difícil, sin duda, pero de la que ha salido con una gran sonrisa. «La verdad es que estoy muy contento. Ahora trabajo directamente con mis clientes y la calle tiene mucho movimiento, vienen visitante de otras zonas, de modo que nos retroalimentamos unos a otros. Los que tienen cita en el gabinete de Laura miran mi escaparate, y los que tienen que esperar a comprar mis libros a principios de curso se toman un café al lado».
Efectivamente, a pocos pasos frente a la papelería se ubica Estética Laura Vivas, un gabinete que genera relax nada más cruzar el umbral. «Abrí en esta calle en 2016. Hice un estudio de mercado y comprobé que se trata de una zona con muchas posibilidades, bastante amplia, con numerosos vecinos a los que les gusta utilizar los servicios de Mejostilla. Me dio resultado porque, la verdad, no puedo quejarme», cuenta Laura Vivas Galeano mientras se prepara para atender a la siguiente usuaria.
«Hice un estudio de mercado y comprobé que es una zona con muchas posibilidades»
«Ahora estamos pasando una época más justa por la subida de costes, como todos los negocios, pero cada año me conoce más gente y en este sector es vital porque funcionamos por el boca a boca. Tengo personas que vienen de distintos puntos de la ciudad», desvela. Y es que Laura Vivas estuvo 19 años trabajando en otra ubicación y muchos clientes bajan ahora a Pedro Romero de Mendoza, «un movimiento de unos y otros que nos favorece a todos porque la gente consume en los negocios del barrio».
Bien lo sabe María del Mar Delgado, otra de las veteranas de esta calle. Su peluquería es más que un gabinete del que salir espléndido/a. Se trata de uno de los centros neurálgicos del barrio donde la gente se reencuentra, conoce los problemas del entorno y también las alegrías que se dan en estos ambientes de buena vecindad. María del Mar lleva 18 años instalada en la zona y es una firme defensora de la misma. «Hay bastante vida, viene gente de todos lados, muchos nos conocemos y existen buenas relaciones».
«Los negocios tienen aquí largo recorrido porque suele ser una clientela bastante fiel»
Nada más casarse, trasladó su negocio de la calle Ceres a Mejostilla, donde además residía (ahora lo hace al lado, en Montesol, porque no quiere distanciarse). «Los establecimientos tienen aquí largo recorrido al ser una clientela bastante fiel. Si se cierra uno, rápidamente se abre otro. Recuerdo que estando los edificios en obras ya se preparaban los locales para bares y comercios», señala la profesional. En su caso, no lo duda: «Me jubilaré aquí porque cada día vengo feliz a trabajar, me gusta Mejostilla, tiene un ambiente muy bueno, en realidad hay de todo».
De hecho, el EXTREMADURA ha hablado con los últimos empresarios en asentarse en la calle. La benjamina es Fátima Aguilar, de 29 años, que la pasada primavera abrió la peluquería canina My Dog, dedicada al cuidado de los animales. «Siempre me han gustado mucho y decidí formarme para ello. ¿Por qué este lugar? Porque en Mejostilla hay muchísimas mascotas a las que dejar bonitas», señala la emprendedora, también vecina de la barriada.
«Me han acogido muy bien. Hay futuro porque el barrio está en constante crecimiento»
«Conozco el potencial de la zona. En concreto, la calle está junto a los colegios, la piscina, el centro de salud, muchos negocios… Es un buen lugar». Y aunque los inicios siempre resultan duros cuando se abre un establecimiento, «tengo que decir que me han acogido bastante bien, he encontrado gente muy agradable y creo que hay futuro porque Mejostilla está en constante crecimiento, con mucha gente joven».
Hipotecas superadas
La última incorporación ha sido la de Luis Miguel Ávila, que hace poco más de mes y medio abrió el Café Bar Los Templarios, mismo nombre de un local similar que regenta en la céntrica avenida de Portugal. Además gestiona un tercer local en Plasencia (lleva cuatro décadas como profesional del sector). ¿Por qué esta nueva aventura emprendedora en Mejostilla? «Porque conserva el ambiente de barrio tradicional, con personas trabajadoras que ya tienen sus hipotecas más o menos pagadas. Y no te haces una idea de lo que eso supone en hostelería, puesto que las familias llegan mejor a fin de mes, disponen de algún extra», indica.
«Mucha gente de la zona tiene sus hipotecas ya pagadas, y eso se nota bastante en hostelería»
Así, prosigue Luis Miguel, «tenemos gente que ya viene a desayunar de forma habitual, que sale de trabajar y se toma su caña, que el fin de semana disfruta en familia de las raciones». Es el ambiente de barrio que buscaba al abrir en esta calle, «distinto al centro, donde hay más clientes pero más de paso. Aquí tienes una clientela mucho más fiel». De hecho, este nuevo local de Pedro Romero de Mendoza ya da empleo a una cocinera y dos camareras.
Demandas: aceras, pasos de peatones, más aparcamiento...
No piden alfombras rojas ni grandes dispendios, pero los empresarios de la calle Pedro Romero de Mendoza consideran que hacen falta ciertas reformas para mejorar la seguridad e imagen del entorno. Por ejemplo arreglar el acerado, colocar más papeleras e instalar rótulos que permitan ubicarse en la zona, «puesto que muchas veces la gente se pierde, sobre todo los mayores».
El peligro está en los pasos de peatones: «Deben señalizarse e iluminarse mejor, porque un día va a ocurrir una desgracia». Proponen que los aparcamientos se dispongan en batería para paliar el problema de espacio, y que se instalen maceteros. Insistirán en estos objetivos cuando se constituyan como asociación.