LA MIRADA

Última hoja del calendario

Cuando el 2022 está a punto de pasar a la historia, es bueno echar una mirada atrás…

Cuando el 2022 está a punto de pasar a la historia, es bueno echar una mirada atrás y repesar lo que ha pasado en estos en los últimos trecientos sesenta y cinco días.

La pandemia nos tenía todavía bien agarrados cuando lo comenzamos, no sabíamos lo que iba a pasar, y el recuerdo de los que se fueron estaba todavía muy reciente en el recuerdo de las personas que sufrieron esas pérdidas. Poco a poco todo se fue clarificando y a estas alturas el famoso diecinueve esta todavía latente pero con unos latidos que cada vez se notan menos. El deseo es que todo siga así.

A nivel internacional la palabra es desolación. Los muertos de Ucrania están demasiado cerca de nosotros. No solo los muertos, sino lo que está pasando allí; es algo como para bajar la moral. No entraba en nuestros cabezas que en la vieja Europa, tuviéramos a estas alturas que hacer frente a tanta destrucción y a tanta desolación, con unas razones que ya dábamos por superadas. Y lo que es mas grave que no sabemos como va a evolucionar esta desgracia. Cualquier mínimo fallo en la dirección de algunos de esos misiles, drones o lo que sea, puede hacer que tengamos algún mal despertar.

En el ruedo nacional mis palabras son incertidumbre y expectación. El 23 es año electoral y eso son palabras mayores, la previsión es que los meses de mayo diciembre sean meses de una actividad política superior. Esa expectación viene matizada por la incertidumbre que estamos viviendo, se están oyendo comentarios con unas expresiones que nos recuerdan a épocas pasadas, nuestra joven democracia (bendita palabra, pero tan manoseada, que ya a veces no sabes lo que significa) vuelve a pisar arenas movedizas. La crispación que se vive en la carrera de san Jerónimo o en el edificio de la calle Bailén, desconcierta a más de uno.

En el plano de la actualidad religiosa diocesana, la palabra es esperanza. La retrasada llegada del nuevo obispo Jesús, ha abierto unos horizontes que hay que saber caminar, y que mantienen la ilusión a un nivel importante. Dentro de un par de meses ya pasará un año de su presencia aquí, se seguirán dando pasos que vayan en la línea de una Iglesia sinodal y que sale al encuentro de todos. Iglesia que reconoce sus heridas, que nos las esconde, y que no tiene complejos a la hora lograr su sanación.

¡FELIZ AÑO NUEVO!

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