«El aljibe árabe y el Helga de Alvear nos ha enamorado», señala un matrimonio de burgos

Los museos, filón para el turismo en Cáceres

La capital cacereña es una ciudad para disfrutar de sus centros museísticos, gancho fundamental para atraer a miles de visitantes

Una de las obras de la galería del Museo Helga de Alvear.

Una de las obras de la galería del Museo Helga de Alvear. / EL PERIÓDICO

Si el centro histórico de Cáceres ya es una auténtica delicia por donde vale la pena callejear, disfrutar de su leyenda, sus plazas, su patrimonio y su buena gastronomía en una ciudad siempre rebosante de turistas y de magia, sus centros museísticos es otro de los puntos fuertes que no puedes perderte en ella, que abarcan desde la antigüedad más remota hasta todo un emblema nacional de arte contemporánea: el Museo Helga de Alvear.

Aquí los personajes no cobran vida como en la película ‘Noche en el museo’, pero si guardan muchas historias. «El aljibe árabe y el Helga de Alvear nos ha enamorado», han señalado a El Periódico Enrique Martín y Laura Sánchez, un matrimonio de Burgos, de 73 años. Ellos están «encantados» con las posibilidades culturales que ofrece la capital cacereña. «Nos encanta salir a pasear y también ir a los museos, ya que tenemos interés en los temas culturales. Es una ciudad muy bonita y con arte medieval. El aljibe nos ha enamorado», han insistido ambos.

El buen tiempo que ha registrado esta mañana Cáceres ayudó a que los visitantes se llevaran una buena impresión de la localidad. Cerca de la calle Pizarro, varios viajeros se dirigían caminando a San Mateo poco antes de las doce de la mañana para conocer el museo provincial cacereño. «Hace cuatro años ya vinimos a Cáceres y nos encantó. Ahora hemos optado volver para conocer a fondo todos sus museos», han apuntado Ana Rodríguez y Pedro López, de Sevilla. A la hora de hacer comparaciones, estos andaluces no se quisieron mojar. «Son lugares diferentes, pero todos hermosos», han comentado con una sonrisa en la boca.

Pero los turistas no solamente visitaron los museos. La exposición de Leonardo Da Vinci situada en la plaza Mayor, captó la atención de cientos de personas y además les hizo pensar. ¿Por qué bostezamos? ¿Qué hace que un pájaro pueda volar o planear? ¿En qué cambia la percepción visual del ser humano en función de las horas del día o las estaciones? Mirar la realidad con ojos curiosos, preguntarse por qué las cosas son como son y aplicar el pensamiento a la búsqueda de soluciones.

Cacereños y turistas contemplan las obras del genio italiano en la plaza.

Cacereños y turistas contemplan las obras del genio italiano en la plaza. / CarlaGraw

Esa era la filosofía y la base del pensamiento de Da Vinci, el ejemplo del hombre renacentista por antonomasia que pese a que con 14 años aún no sabía leer ni escribir con fluidez, fue capaz de mirar el mundo de un modo tan creativo que le permitió mezclar la disciplina y llenar seis mil cuadernos de manuscritos con propuestas de inventos y maquetas. «He venido de Portugal solo para ver la muestra de uno de los mayores genios de la humanidad», ha manifestado feliz Rafael Pinheiro