Leyendas trágicas de amor, incluso de ultratumba, curiosidades sexuales del Medievo, sentencias de la Inquisición en tiempos de una exigencia moral inflexible, simbología obscena oculta en los edificios históricos, hechizos y conjuros para encontrar pareja... Hay un Cáceres desconocido que el puritanismo de los tiempos no consiguió enterrar, porque fluyó entre el pueblo mediante cantares y leyendas inspiradas en episodios con base histórica. El psicólogo José Luis Hinojal, autor de varios libros, que lleva tres décadas investigando los mitos y creencias del pasado cacereño, y los relaciona con los hechos reales que esconden, inauguró ayer la primera de las ‘Rutas Eróticas’ que ofrece en Cáceres.
Se trata de una experiencia novedosa que solo se realiza en Toledo, por cierto con bastante éxito. De ahí que José Luis Hinojal, quien ha recopilado más de cien leyendas en sus libros relacionadas con la ciudad, haya organizado estos itinerarios junto con la empresa ‘Rutas Misteriosas’, promotora de la mayor red de recorridos alternativos del país. Ambos han optado por iniciarlas en torno a San Valentín. Hoy habrá otra a las 21.00 horas y las dos próximas serán los días 17 (20.00) y 18 (21.00) de febrero.
Los organizadores recuerdan que no se trata de una ruta turística tradicional, sino de una experiencia diferente, «una actividad divertida y desenfadada sin precedentes en Cáceres». José Luis Hinojal ha establecido límites: «No entramos en pornografía ni en morbo, seguimos los episodios históricos vinculados a estos relatos que resultan realmente interesantes, hasta tal punto que suelo extenderme unas dos horas», anticipa.
¿Pero cuáles son los hechos más eróticos y voluptuosos que se han vivido o rumoreado a lo largo de los siglos en Cáceres? José Luis Hinojal los divide en cuatro bloques que intercala a medida que el grupo se adentra por el Arco de la Estrella.
El sexo propiamente dicho es uno de ellos, muy subordinado a las prohibiciones que existían por parte de la Iglesia, entremezcladas con creencias paganas que influían en la polación cacereña. Hinojal recupera episodios relacionados con la sodomía o el bestialismo, e historias tan curiosas «como una sentencia de la Santa Inquisición de 1595, que vinculó a Fray Pablo de Soto con un ‘caso de solicitación’, es decir, se aprovechaba de la intimidad y la soledad de la confesión para imponer a las mujeres determinados actos de penitencia que cuanto menos eran deshonestos», cuenta el investigador.
Fue condenado, cosa compleja entonces, porque la Inquisición exigía que hubiese varias mujeres denunciantes y todas «castas y honestas». Si testificaba alguna menos virtuosa, el proceso se anulaba. De todos modos, tuvo un castigo leve: no volver a confesar e irse de la villa de Cáceres.
El ‘lisus pascalis’
La ruta recoge también anécdotas como las que ocurrían en el ‘lisus pascalis’, una ceremonia del Alto Medievo que ponía fin a las penitencias de la Cuaresma. «Los sacerdotes, en esa misa, tenía la misión de alegrar a la feligresía y a veces llegaron a propasarse con comentarios eróticos subidos de tono, e incluso gestos procaces. Alguno en Cáceres se levantó la sotana y enseñó sus secretos», descubre José Luis Hinojal.
Luego está el bloque de la lujuria. «La ciudad no es muy rica en símbolos de este tipo, pero los hay, y sorprenden, como las dos gárgolas onanistas del Palacio de lsla y la Casa del Mono, que por cierto dio origen a otra leyenda de bestialismo. Son dos mujeres masturbándose. Hay que recordar que el sexo femenino representaba la lujuria en el Medievo, se entendía que ellas provocaban a los hombres», recoge José Luis.
El recorrido además descubre la liebre itifálica de la iglesia de Santa María, un animal símbolo de la lujuria por su fertilidad y su nocturnidad. Aparece en las arquivoltas, en el capitel más cercano a la puerta, con un pene desproporcionado. «Pasa desapercibida y su simbología puede obedecer a dos razones: fomentar la procreación en una tierra que necesitaba repoblarse, o bien anunciar que el espacio al que se entraba estaba libre de ese tipo de actos».
Los relatos más románticos, pero lúgubres, están en el apartado del amor. «Cáceres, aunque no lo parezca, es una ciudad muy rica en romances, con historias de amor apasionado». José Luis se centra en acontecimientos como el de los amantes suicidas, conocido en Cáceres como ‘El pozo de los enamorados’. «Realmente fue un pliego de cordel de principios del siglo XX que se cantaba por esta ciudad y la alta Extremadura sobre lo ocurrido el 24 de marzo de 1882, cuando apareció un joven de 15 años en el pozo del Cuartillo, ahora cegado», narra. Cuenta el romance que él era del pueblo llano y estaba enamorado de una rica joven. Al ver que su relación era imposible, ambos subieron un domingo a la Montaña a despedirse del mundo y luego se quitaron la vida. «Investigué el hecho y comprobé que era real, solo que en el pozo únicamente se halló el cadáver del joven. De ella no se sabe más».
Igual de lóbrego es el relato que José Luis indagó a partir de un artículo del periodista Fernando García Morales. «Recoge la historia de Frasco Higuero, así llamado por Publio Hurtado, aunque también aparece como Francisco Molano. Era un cantaor de voz portentosa y vida licenciosa, que se enamoró de una joven viuda y se casaron. No pudo superar la temprana muerte de ella y cada noche acudía al cementerio con su guitarra para cantarle en su tumba. Por Cáceres empezaron a correr rumores de que su voz despertaba a la mujer del sueño eterno y se sentaba a su lado a escucharle. Ocurrió en 1858 y tuvieron que intervenir las autoridades por considerarse un escándalo».
Visiones que mortificaban
Por último están las historias de lascivia. Existe un caso muy especial, documentado en el convento de Santa Clara, donde Sor Mariana de la Presentación llevó cilicios durante toda su vida para apartar los pensamientos impuros y las visiones que sufría. Está recogido por su confesor, Fray Pedro Gago, del convento de San Francisco, en el libro ‘Sagradas declamaciones fúnebres panegíricas de Sor Mariana de la Presentación’. Cuenta incluso cómo una noche se le presentó un hombre desnudo y danzante en el mismo convento, posiblemente el demonio, pero ella redobló sus oraciones ante la reliquia de la calavera de una de las once mil vírgenes de las leyendas cristianas (traída a Santa Clara por Fernando de Aldana, de la Orden de Jerusalén).
Los interesados en el itinerario pueden informarse en ‘https://rutasmiste-riosas.es/reservar/caceres-erotico/’, donde además se accede a otros recorridos organizados por los mismos responsables sobre los enigmas de Cáceres, que llevan un año organizándose con éxito.