Es con toda probabilidad la torre peor conservada de todas cuantas defienden el perímetro de la muralla de Cáceres. No es para menos. Levantada en el siglo XII, hace ya 900 años, a la Torre del Postigo no se le ha conocido una rehabilitación durante décadas. Su aspecto es realmente decrépito, con almenas agrietadas que han perdido incluso parte de su estructura, muros muy afectados, oquedades, hierbas... Sin embargo, la tercera fase de recuperación de la muralla tiene previsto incluir el viejo bastión en su proyecto.

Esta tercera fase, según explica el concejal de Patrimonio, José Ramón Bello, viene financiada por el programa ‘Impulsa Patrimonio’, que distribuye un amplio paquete de ayudas entre las Ciudades Patrimonio de la Humanidad. Lo financia el Ministerio de Industria, Comercio y Turismo con cargo al Plan Resiliencia. Cáceres recibe 3 millones de euros (Real Decreto 1074/2021, de 7 de diciembre) y destina 1,4 a esta tercera fase, que actuará en el tramo desde la Torre de Bujaco hasta la Torre del Horno, y pretende incluir el Postigo.

De hecho, se trata de la única fortificación que quedaría ya sin reformar en su flanco, ya que la segunda fase restaurará y abrirá las torres Redonda y del Aver, y la tercera hará lo propio con la Torre de la Hierba. El resto, Bujaco, Púlpito y Hornos, presentan buen estado tras sus respectivas reformas.

El Postigo es tan antigua que va camino de cumplir diez siglos. Forma parte del sistema defensivo de la muralla en su parte oeste, ligeramente encarada al norte. Se trata de una fortificación almohade de planta cuadrada datada en el siglo XII. En su base se pueden distinguir sillares romanos, aunque el adobe constituye el material principal usado en su construcción. Es una torre albarrana, por tanto adelantada a la propia muralla para defenderla mejor, con un paso que la une a la misma (paso albarrano), hoy todavía visible en una parte que forma un arco. De hecho, en la zona baja de toda esta estructura se aprecian unas bellas bóvedas de ladrillo visto que hoy forman un paso entre la plaza de Publio Hurtado y la calle Postigo (al lado del adarve).

Bóvedas de ladrillo, en la parte baja de la zona de esta fortificación.

Bóvedas de ladrillo, en la parte baja de la zona de esta fortificación.

La parte inferior del Postigo también ha sido fagocitada por las viviendas edificadas a lo largo de los siglos. De ahí que, posiblemente, esa parte inferior esté mejor conservada. La superior «ha sido muy dañada por las escorrentías en el tapial, provocadas por la erosión y las aves», precisa Bello, quien reconoce que «la torre pide una restauración hace tiempo».

El adarve, a fondo

También está ya proyectada la regeneración del adarve cacereño en este amplio tramo (desde la Puerta de Mérida hasta el Palacio de Moctezuma), con 1’4 millones del Plan de Resiliencia para ocultar los cableados, eliminar impactos visuales y sobre todo hacer posible la accesibilidad mediante un nuevo pavimento acorde al entorno y a los criterios de la Unesco. Los técnicos ya estudian con el Intromac los materiales idóneos, que luego se podrán ir aplicando al resto de la parte antigua. Además se aprovechará la actuación para renovar e introducir servicios como canalizaciones y fibra óptica.