el blog del cronista

El jato que nos une

Potenciar los recursos naturales, incluidos los inmateriales, supone abrir puertas al desarrollo de comarcas que durante el último siglo han perdido población

Un momento durante la celebración de Jato.

Un momento durante la celebración de Jato. / SAMUEL FERNANDEZ

Fernando Jiménez Berrocal

Fernando Jiménez Berrocal

Nos encontramos inmersos en la primavera festiva cacereña, que cada año abarrota la vieja villa de gente diversa venida al reclamo de expresiones culturales que, desde marzo hasta julio, convierten sus calles en el escenario ideal para disfrutar de una ciudad abierta y plural. Este año la primavera festiva local se ha estrenado con la segunda edición de Jato, un encuentro de las comarcas cacereñas con la capital auspiciado por la Diputación Provincial.

El pasado año ya se apuntaban maneras. Pero ha sido en esta edición cuando este desembarque del medio rural en Cáceres ha superado todas las expectativas. Danzas, gastronomía, música, leyendas o tradiciones, acopladas a la perfección con mucho esmero, se convierten en un estimulo importante para el futuro inmediato de una tierra que no lo ha tenido fácil a lo largo de la historia. 

Con el paso de los años, especialmente durante la segunda mitad del siglo pasado, la capital ha ido perdiendo su papel como centro provincial. Los cambios administrativos, el déficit secular de ciertas infraestructuras y la evolución de los hábitos comerciales han ido creando barreras que cada vez han alejando más a Cáceres de sus pueblos. 

Algunas comarcas del norte han estado mejor comunicadas con Salamanca o con Madrid que con la propia capital de la provincia. Al presente, con mejores vías de comunicación y mejor parque móvil, las distancias menguan y la interrelación se hace más tolerable entre los pueblos y la capital, en una provincia de amplio territorio, cercano a los 20.000 km², casi el doble de extensión que el Principado de Asturias o la Región de Murcia y casi cuatro veces más que Cantabria. Una provincia donde se ubican 223 municipios, la mayor parte de ellos en una situación de merma demográfica que necesitan de impulso, urgente y permanente, para no desaparecer. 

 Jato es una oportunidad para la reactivación de nuestro medio rural, como un espacio de inconmensurable futuro en todos los sentidos. Potenciar los recursos naturales, incluidos los inmateriales, supone abrir puertas al desarrollo de comarcas que durante el último siglo han perdido población por la falta de oportunidades que ofrecía el medio rural. Jato puede ser un bálsamo, eficaz y necesario, para  frenar la sangría demográfica de nuestras comarcas y un remedio para activar la economía de sus pueblos. 

Fiestas de interés turístico, clima apacible, paisajes ideales, productos naturales y únicos derivados de nuestra tradición agrícola y ganadera, gastronomía propia o vida saludable son distintivos que se ponen en valor durante el fin de semana en el que Cáceres se convierte en lugar de acogida para que miles de personas muestren las señas de identidad de sus territorios para la vida. Quizás se eche en falta una muestra comercial que, de forma paralela, sirva para difundir el entramado de empresas rurales que día a día pelean para fortalecer, con mucha imaginación y no menos esfuerzo, la economía de nuestros pueblos. Jato debe ser el camino por el que transiten las potencialidades de una provincia, rica en matices culturales y paisajísticos, que debe encontrar su espacio en la España del siglo XXI. 

Enhorabuena a quienes lo hacen posible.

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