El Periódico Extremadura

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ASÍ FUE LA JORNADA DE VIERNES SANTO

Cáceres: penitencia de multitudes

Moverse por el Viernes Santo no fue fácil, calles llenas, terrazas sin hueco, restaurantes hasta la bandera, camareros ya agotados y cofrades dando el resto. Efectivamente, la ciudad vive una Semana Santa histórica

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Asi fue el Viernes Santo en Cáceres: Las imágenes de la Semana Santa Lorenzo Cordero

Viernes Santo fue la apoteosis de una Semana Santa cacereña a la que ya le van quedando pocas fuerzas pero sí mucho ánimo. Las tres procesiones de una jornada de especial importancia litúrgica, volvieron a arrastrar en masa a cacereños y turistas, haciendo por momentos complicado el tránsito por las calles del centro, especialmente cuando coincidieron Estudiantes y Expiración. Era difícil trasladarse de Cánovas a la plaza, de Pintores a Pizarro. Tras varios días sin hueco en las terrazas, restaurantes hasta la bandera y multitiendas convertidas en el Mercadona del horario procesional, camareros y dependientes ya empiezan a estar agotados. No se para. Un sol extraordinario (quizás demasiado para los cofrades), un turismo desbordante y el ambiente de unas fechas más que especiales para Cáceres posiblemente sellarán una Semana Santa histórica, como vienen previendo las hermandades.

La primera en pisar la calle en Viernes Santo fue la cofradía de la Expiración de La Arguijuela y Nuestra Madre de Gracia y Esperanza. Los hermanos se habían reunido muy temprano para coger fuerzas en el desayuno tradicional de Torre de Sande, ante una procesión que recorre buena parte del casco viejo durante cuatro horas. Poco después, la mayordoma, Nieves Brazales, disponía las últimas indicaciones; Javier Sellers, nuevo jefe de paso del Cristo de la Expiración, repasaba con los hermanos un trayecto siempre complejo; y Toño Pérez, chef de Atrio, daba los últimos retoques a una Virgen de Gracia con la que se ha involucrado especialmente (junto con Jardinería Sara, Toño idea cada año una ornamentación distinta, esta vez en un blanco pureza que daba un aire pulcro a ánforas y centros).

Procesión de Nuestro Padre Jesús de la Expiración de la Arguijuela y la Virgen de Gracia, a su salida de la Torre de Sande. LORENZO CORDERO

La Expiración tiene el mérito del coraje, la paciencia y en definitiva de la penitencia que va representando, con un Cristo ya muerto, pero aún sin la lanzada en el costado, una iconografía poco habitual que en este caso encarna una talla del siglo XIV, entre las cuatro más antiguas que salen en procesión por España, todas ellas de Cáceres. Y por supuesto no faltó la carrera en el tramo de Clavellinas, que tanto público concita. Sigue siendo un cariñoso homenaje al primer capataz, Antonio Bermejo, quien decidió que o subían aprisa, o no subían, cuando al principio iban los hermanos en un número tan justo.

Y casi a las doce del mediodía traspasó las puertas de Santo Domingo el imponente Cristo del Calvario (Estudiantes), de la franciscana cofradía del mismo nombre, con un primer acto en recuerdo de los hermanos fallecidos, y una medalla en el varal por los cofrades ausentes. Porque los Estudiantes forman una hermandad con una fuerte identidad, muy vinculada al colegio San Antonio de Cáceres. De hecho, son muchos los miembros que viajan hasta la ciudad estos días solo para formar parte de la comitiva, o simplemente para ver pasar a esta imagen de la Escuela de Gregorio Fernández, del siglo XVI, tan vinculada a la historia cacereña.

Hubo homenaje en San Juan a los fallecidos José Manuel Martín Cisneros, que fue presidente de la Unión Cofrade, y Carlos Carrasco, este último muy vinculado a los Estudiantes, cuya pérdida ha dejado una importante vacío, según reconoce el mayordomo, José Manuel Caballero. La comitiva, formada por unos 600 hermanos, volvió a vivir su momento más íntimo en Ezponda con el canto del ‘Novio de la Muerte’, llevando el paso al hombro.

Procesión de los Estudiantes a su paso por la Concepción. LORENZO CORDERO

Ya en la tarde de Viernes Santo, las 17 hermandades cacereñas estaban citadas en la ermita de la Soledad para acompañar al Santo Entierro de Cáceres, la procesión fúnebre en la que todas las cofradías escoltan tanto al Cristo Yacente (autor anónimo del siglo XVI), como a la Virgen de la Soledad (también de autoría anónima del siglo XVI), una talla muy querida en la ciudad porque la han cargado padres, hijos, abuelos y generaciones pretéritas cada Semana Santa.

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Así se vivió la procesión de la Soledad y el Santo Entierro en Cáceres Lorenzo Cordero

Poco antes tuvo lugar en la plaza de San Mateo la Ceremonia del Descendimiento, un rito de tres siglos rescatado por la cofradía de la Soledad. Representantes de Soledad, Vera Cruz, Amparo y Condenado (las cuatro hermandades ligadas a San Mateo), retiraron la corona y los clavos de la imagen de Cristo y lo condujeron hasta la ermita, desde donde salió en paso de procesión. Detrás, la Virgen de la Soledad con su manto en terciopelo antiguo, casi centenario, bordado el escudo de Cáceres, rodeada de ánforas cuajadas de rosas, lirios y alhelíes. El cortejo procesionó hasta las once de la noche arropado por las principales autoridades de la ciudad y por cada una de las hermandades, sin excepción.

Cristo Yacente (siglo XVI), en la procesión del Santo Entierro. Lorenzo Cordero

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