FIN A UNA EDICIÓN EXCEPCIONAL

Cáceres abarrota el Encuentro y cierra una semana plena

La Semana Santa vive su momento más emotivo con los dos pasos de la Resurrección en la plaza, y 'El Redoble' entonado por miles de gargantas. La última procesión deja un lleno absoluto y una honda satisfacción cofrade

Santiago esperaba entusiasmado junto a la fuente de la ermita de la Paz. Su madre le había dicho que la Virgen María por fin iba a encontrarse con su hijo Jesús y que darían muchos abrazos y besos entre globos y palomas. Santiago, de dos años, no veía el momento en que aquello ocurriera. Tampoco entendía por qué había tanta gente. Si la Semana Santa ha tenido más público que nunca en las calles, con procesiones llenas de principio a fin, lo de este domingo en la plaza Mayor resulta difícil de calcular. A las doce del mediodía solo se podía coger ya sitio en quinta o sexta fila, pese a que los 25 grados y el sol directo que asomaba por el Bujaco no tenían clemencia.

El Encuentro se ha convertido desde hace años en el momento más multitudinario de la Pasión cacereña, con unas 5.000 personas concentradas para despedir los días de penitencia. Una cita a la que no faltan numerosos cofrades que durante tantos días han compartido el varal, se han apoyado en el compañero, han pasado calor, se han emocionado… Hoy estaban allí para felicitarse la Pascua de Resurrección, con los hombros cansados pero con la alegría de haber contribuido un año más a que la ciudad brille como lo ha hecho. También numerosos ciudadanos que, sin una colaboración directa con las hermandades, están identificados con la Semana Santa, la cita que acerca especialmente a la ciudad a su larga historia y a su más profunda identidad. Tiene mucho de nostalgia, de pasos que se vieron de niños, de jóvenes, de adultos y de ancianos. Al cacereño no le gusta expresar sus sentimientos, pero este domingo había muchas lágrimas por los momentos vividos, por los recuerdos...

Había público en todos los rincones. En la foto, Cristo resucitado tras cruzar el Arco de la Estrella.

Había público en todos los rincones. En la foto, Cristo resucitado tras cruzar el Arco de la Estrella. / LORENZO CORDERO

A la una en punto la Virgen de la Alegría asomó por Gran Vía y Cristo Resucitado se llevaba los aplausos tras lograr sortear el Arco de la Estrella. El momento se acercaba y a Santiago le cogió en brazos el más alto de sus tíos, un cofrade forjado en años de carga que lo sujetaba con delicadeza. “Tírale besitos a la Virgen”. Él más bien los lanzaba al cielo. Los dos cortejos comenzaron a entrar en la plaza Mayor. Las túnicas níveas relucían al sol y las mantillas avanzaban envueltas en el colorido de sus vestidos y sus flores, en la alegría de la Resurrección. Ya nadie se quejaba del calor. Nadie perdía detalle.

La Banda Sinfónica de la Diputación Provincial, dividida para acompañar a los pasos (al Cristo por el adarve y a la Virgen por Pizarro y San Juan), interpretó sus marchas con un regocijo propio de la fiesta de la Pascua: 'Palio Blanco', 'Macarena'.... El paso de la Alegría cruzó bailando la plaza Mayor, ante los aplausos del público, mientras las horquillas se sumaban a la música como un instrumento más. También lo hizo el Resucitado. Los hermanos de carga de la cofradía de la Soledad fueron acercándose poco a poco a las escalinatas del Arco de la Estrella. El reloj del ayuntamiento marcaba la una y veinte. Se hizo el silencio. Las tallas estaban solo a unos metros. Un poco más cerca y… “¡Arriba!” Se oyeron las órdenes de los jefes de paso. Ni el calor ni el esfuerzo impidieron que los cofrades levantaran a pulso ambas imágenes para mecerlas, mientras se soltaban globos, palomas y pétalos, y la banda interpretaba el himno nacional.

Suelta de globos y palomas en el momento en que los cofrades mecen a Cristo Resucitado y la Virgen de la Alegría.os a pulso ante una plaza Mayor llena.

Suelta de globos y palomas en el momento en que los cofrades mecen a Cristo Resucitado y la Virgen de la Alegría.os a pulso ante una plaza Mayor llena. / LORENZO CORDERO

Santiago estaba boquiabierto. Había señoras que gritaban “¡Viva la Virgen de la Alegría!” y el resto contestaba dando vivas también al Resucitado. Una mujer entonó una bella saeta, pero Santiago estaba más bien ensimismado con los globos, que ya volaban muy alto. “Haz la señal de la cruz, que ya sabes”, le decía su madre, y él acertaba con los dos primeros gestos, ayudado cariñosamente para acabar en el hombro izquierdo.

Y entonces comenzó ese momento que mete a toda la plaza en la procesión, que quiebra muchas gargantas y hace aflorar un aluvión de emociones. La Banda Sinfónica Provincial inició ‘El Redoble’, ya convertido en el himno oficial de Cáceres. La gente lo acompañó con sus palmas y sus voces, mientras los pasos volvían a seguir el ritmo más popular de Caleros, del Caminito Llano, de toda la ciudad...

A la una y media se formó ya una única procesión para iniciar el regreso a la Soledad. El alcalde y otras autoridades cerraban el cortejo. “La Virgen y su hijo se van a casita, Santiago, a la casa del Señor”. Y el niño miraba con los ojos muy abiertos. Todavía no lo sabe, pero muy probablemente será él quien lleve esos pasos en volandas dentro de pocos años. Y así, la Semana Santa, con seis siglos a sus espaldas, podrá seguir en las calles mientras los propios cacereños quieran.

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