confía en que le arreglen los papeles para poder cobrar su jubilación y alquilarse un hogar digno

Vivir debajo de un puente en Cáceres

Sebastián González habita en la calle desde hace años. Agradece la generosidad de los cacereños y relata su historia

Sebastián González, junto a su perra y algunas de sus pertenencias, en el puente donde vive.

Sebastián González, junto a su perra y algunas de sus pertenencias, en el puente donde vive. / Sergio Vela

A falta de que los servicios sociales públicos le arreglen los papeles para poder cobrar su jubilación (unos 600 euros aproximadamente) y de esta manera poder alquilarse un hogar, Sebastián González Camacho, natural de Badajoz, sobrevive debajo del puente que conecta Los Castellanos con el R-66 (Cáceres) gracias a la generosidad de varios establecimientos de la zona de Cabezarrubia y sus vecinos. Siempre va acompañado de Agnes, su fiel amiga perruna, de color canela, un animal muy noble, juguetón, bueno y lleno de mucha vitalidad. La rescató cuando era una cachorra y la abandonaron en un árbol

Lleva viviendo en la calle desde el 2006. Se vio en esta complicada situación tras el fallecimiento de su madre por culpa de la mala suerte, de las malas decisiones o de las dos cosas. Antes trabajó en Paradores realizando labores de mantenimiento, y de camarero en el archipiélago canario, pastor de ovejas, recogiendo alpacas en Almería, chatarrero, vendimiando en Francia...

«Yo vivía bien, tengo cotizados más de 40 años y pido una solución para cobrar mi jubilación. Cuando estás en la calle te conviertes en una persona muy observadora. Es muy duro levantarte temprano y volver a dormir solo. Lo peor de ser un vagabundo es que nadie te hable, la indiferencia, que te consideren un apestado, que no puedas acceder ni a una casa ni a un trabajo y no veas casi ninguna salida. Es verdad que con el tiempo he hecho amigos entre la gente del barrio, personas con las que sigo manteniendo relación porque son mis amigos y me han ayudado. Cruz Roja y Caritas también se han portado muy bien conmigo», explica Sebastián a El Periódico Extremadura.

González comenta sobre el vecindario y sus bares que la gente de la zona le respeta y le quiere. «Algunos bares me dan todos los días el desayuno, la comida y la cena a mí y a Agnes. Además, me saco una propina montando y desmontando las mesas de las terrazas. Estoy muy agradecido», destaca.

Pese a esa alegría que desprende ahora, sabe que hay muchas personas que viven también sin nada que llevarse a la boca. «He tenido suerte, pero hay ‘sin techos’ que necesitan ayuda. No me refiero solo a ropa, a comida... Son gestos, sonrisas, apoyo», finaliza sentado en el puente que le sirve de hogar

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