la denuncia lleva a las instituciones a actuar

Sebastián consigue un techo en Cáceres

Los servicios sociales contactan con el hombre que ha estado viviendo 14 años debajo de un puente, el que conecta Los Castellanos con el R-66, después de que este diario relatara su caso. Finalmente, le darán una vivienda en Aldea Moret 

Sebastián González, junto a su perra y algunas de sus pertenencias, en el puente.

Sebastián González, junto a su perra y algunas de sus pertenencias, en el puente. / Sergio Vela

De sobrevivir debajo de un puente que conecta Los Castellanos con el R-66 al techo de una vivienda en Aldea Moret, en Cáceres. Para Sebastián González Camacho, natural de Badajoz, es una vuelta a la vida. Un paso de gigantes para comenzar a recuperar una existencia quebrada e integrarse de nuevo en la sociedad como una persona autónoma. La historia de este hombre que sacó a la luz la semana pasada El Periódico Extremadura, ha puesto en alerta a los servicios sociales públicos, dispuestos a solucionar su caso.

Surgió entonces lo que él define como «algo mágico y una gran oportunidad. Voy a tener un hogar para empezar a vivir de nuevo. Además me van a dar una ayuda de 480 euros al mes hasta que pueda cobrar mi jubilación. Estoy muy agradecido por toda la ayuda recibida, aún no me lo creo. En las próximas semanas ya tendré mi casa. ¡Qué felicidad tan grande!».

Entretanto, su «más fiel e inseparable» compañera, una perra (mastina extremeña) llamada Agnes, le acompaña desde hace apenas un año. La rescató cuando era una cachorra y la abandonaron en un árbol. Sebastián relata que le ha sido «muy difícil» buscar un techo en el que pasar las noches sin encontrarse «problemas en el camino por estar con el animal». A su juicio, «deberían ser más flexibles y comprensivos en los albergues. Es una situación tan complicada que no se la deseo a nadie. Cruz Roja y Caritas se han portado muy bien conmigo. Es verdad que con el tiempo he hecho amigos entre la gente de varios barrios de la ciudad, personas con las que sigo manteniendo relación porque son mis amigos y me han ayudado mucho».

En el pasado trabajó en Paradores realizando labores de mantenimiento, y de camarero en el archipiélago canario, pastor de ovejas, recogiendo alpacas en Almería, chatarrero, vendimiando en Francia... No obstante, una nueva vía ha arrojado en González «luz y esperanza para empezar a vivir de nuevo».

Pronto disfrutará de los colores de una vida que no le impedirá tener pesadillas o sentir rabia, impotencia y tristeza cuando eche la vista atrás y vea el puente. Sabe todo lo que ha pasado allí y confía en que nadie más ocupe su lugar y se sienta, probablemente, tan solo como Sebastián González Camacho.

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