Ya ocurrió con la calle San Pedro de Alcántara. En los meses en los que se prolongaron las tareas de peatonalización, el comercio se vio afectado por las molestias que habitualmente ocasionan las obras en Cáceres. Hubo quejas pero fueron sostenidas en la esperanza de que el resultado a largo plazo compensara las pérdidas de aquellos meses. Lo cierto es que la estampa que luce en la actualidad es la de una calle en la que convive el paso de los vehículos de los residentes con el tránsito de los cacereños y las terrazas de los bares. La ampliación de esta plataforma única meses después los Obispos causó un escepticismo semejante y una respuesta similar.
Con las mismas dudas arrancan los trabajos en Parras y Clavellinas, donde las máquinas han iniciado ya las tareas para dar forma al futuro aspecto que tendrá la calle, también con una plataforma que iguale el acerado con la calzada y con el propósito de que solo circulen los vehículos imprescindibles, residentes, autobuses y usuarios del párking de Galarza. La obra tiene previsto prolongarse, siempre que se cumplan los plazos estipulados, tres meses, por lo que la calle desde San Antón permanecerá cortada hasta septiembre. Para minimizar las molestias se acometerá por tramos y en el caso de los garajes el ayuntamiento ha habilitado una alternativa temporal.
Se da la circunstancia de que la calle es una de las entradas principales del turismo. En ella se encuentran varios alojamientos, de hecho, el hotel Exe Ágora y los apartamentos Tajo Salor y los recién abiertos de La Bernarda. También se reparten, aunque tras una gran estela de locales vacíos, al menos una decena de negocios, entre los que se encuentran desde una peluquería, una agencia de viajes, la escuela de teatro Maltravieso --con dos locales-- y una tienda de trofeos. Aunque ya en Galarza se extienden negocios de souvenirs para turistas y una de las colchonerías más antiguas de la ciudad. Así, ante una radiografía en la que los comerciantes ya denuncian la presencia numerosa de locales vacíos, acogen la obra que pretende redefinir la calle para hacerla más accesible y menos expuesta a la contaminación y al ruido de los coches.
Lo hacen con reservas. Juncal Mateos regenta uno de los primeros negocios que se encuentran en la calle, la peluquería J&J Clashroom. En declaraciones a este diario, manifiesta su preocupación por el efecto que tendrá el cierre de la calle estos meses en su economía, ya que aunque tenga entrada por la galería de la calle paralela, la entrada no es accesible y una parte de su clientela es mayor con movilidad reducida. «Va a afectar, es lógico», asegura aunque espera que la actuación se traduzca en un mayor flujo de cacereños en la zona y como consecuencia, en la apertura de más negocios en la calle. «Supongo que será algo positivo y confío en que eso sirva para que se ocupen los locales vacíos», concluye.
Coincide Mercedes Borrella, de la agencia de viajes junto a Alzapiernas. En el negocio cuentan con experiencia en obras y relatan el periplo que padecieron con el proyecto de las polémicas escaleras mecánicas que se prolongó durante años y que finalmente no ha resuelto los problemas de accesibilidad de la calle. Con ese precedente de inconvenientes enfrentan el verano de nuevas obras. Aunque descreída con que se respeten los plazos de las obras, Borrella sí insiste en que para ellos, que realizan labor de oficina, «será un lujo que no pasen coches».
Sobre este asunto se pronuncia también Manuel Méndez, propietario de la segunda colchonería más antigua de Cáceres más allá de Galarza y además, representante de los comerciantes de la zona. Habla por los 39 negocios a los que representa. El comerciante, con más de cuarenta años en la calle, mantiene una postura firme al respecto. Lamenta la falta de diálogo de la anterior corporación municipal a la hora de escuchar a la asociación y anuncia que mantendrán un encuentro con el nuevo equipo de gobierno el 7 de agosto para abordar la situación de Parras y Galarza.
En cuanto a la peatonalización, pone sobre la mesa la inquietud de que en unos meses los clientes no puedan llegar con sus coches sin necesidad de entrar en el parking. «No queremos quedar aislados y vernos obligados a cerrar». De esta forma, pone sobre la mesa dos alternativas, o bien que los coches puedan seguir transitando a una velocidad mínima o bien que se reordene el tráfico y los turismos tengan opción de acceder por la plaza de toros, ahora en sentido contrario. Para abordar su situación y estas propuestas, mantendrán un encuentro con el nuevo equipo de gobierno el 7 de agosto en el que también estará presente Aeca.
¿Y qué ocurre con las cámaras de seguridad?
Si esta no es la pregunta más repetida en Cáceres porque en las últimas semanas la ciudad ha protagonizado numerosos cambios, al menos encabeza el ránking. Las cámaras que incluía la nueva ordenanza de control de acceso con coche al centro se instalaron, tuvieron fecha para su entrada en funcionamiento pero ya sea por cuestiones logísticas o administrativas, lo cierto es que nunca han llegado a encenderse.
Desde que se aprobó la ordenanza municipal se siguieron todos los pasos para su entrada en vigor. Primero, el ayuntamiento abrió un plazo como para que residentes y comercios registraran sus matrículas y solicitaran permiso de acceso. Una vez que concluyó el plazo, estipuló que empezarían a funcionar en abril. Más tarde, se aplazó a primeros de junio aunque finalmente volvió a quedarse en amago. Hasta el momento, se han instalado las cámaras a la entrada de San Antón y se ha señalizado la zona para informar a los conductores. El cierre, ahora, de Parras para acometer las obras de la plataforma única retrasará al menos otros tres meses su puesta en marcha.
Otro de los interrogantes es cómo se llevará a cabo esta vigilancia. Sí precisó el ayuntamientó como iba a ejercer el control en el caso del parking de Galarza, uno de los aparcamientos más utilizados por vecinos y turistas. Según confirmó el ayuntamiento en su momento pediría a la empresa del parking que instalara una gran pantalla al inicio de San Antón para que los conductores supieran si quedan plazas libres. Queda por conocer si la empresa tiene previsto instalar la gran pantalla o será el ayuntamiento quien sufrague el coste. También queda por saber si el control lo ejercerá la propia Policía Local o será una empresa contratada la que se encargue de las tareas de vigilancia.