El Periódico Extremadura

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exposición en el palacio de los golfines de abajo

Del Museo del Prado a Cáceres: un viaje a los paisajes de Sánchez Perrier

La fundación Tatiana expone las pinturas del pintor sevillano del siglo XIX que compró en una subasta y donó al museo madrileño

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GALERÍA | Del Prado a Cáceres: un viaje a los paisajes de Sánchez Perrier CARLOS GIL

El arte comparte una virtud con un valor incalculable. Desde un único punto, permite al espectador viajar a cualquier parte del mundo. Desde Cáceres puede ir a las laberínticas calles de Tánger, los icónicos canales de Venecia o los cafés de la Francia del siglo XIX. La verdadera proeza del arte reside en que no solo regala belleza sino que aporta sabiduría. Ofrece muchos mapas dentro de uno solo. 

Esa aspiración eterna de retratar la realidad compartió Emilio Sánchez Perrier (1855-1907), uno de los pintores naturalistas más destacados de finales del siglo XIX. Lo cierto es que su estilo y virtuosismo fueron alabados por la crítica en Europa y Estados Unidos pero en España no obtuvo el reconocimiento social que quisiera debido a que en la época el hiperrealismo se alejaba de los intereses e los artistas.

Sí mostró interés el Museo del Prado, que adquirió la primera pieza con su firma en 1890, ‘Febrero’. Apenas cuatro piezas conservaba la galería madrileña hasta que en 2019 un lote de 192 dibujos suyos salieron a subasta. Este fue el inicio del idilio entre el museo madrileño y la fundación Tatiana Pérez de Guzmán el Bueno. La fundación adquirió todo el lote y más tarde, lo donó al museo bajo el acuerdo de difundir y exhibir las obras. 

Primero fue Madrid la ciudad que expuso este año una selección de las obras del artista. Ahora, esta colección visita Cáceres en una iniciativa pionera porque por primera vez, una muestra íntegra del Prado se expone en la capital cacereña. La selección que llega a los Golfines de Abajo y se podrá visitar hasta el 7 de enero de 2024 con entrada gratuita. 

Un paisaje de Emilio Sánchez Perrier. CARLOS GIL

La exposición recopila 69 de los 192 dibujos que el pintor sevillano plasmó en sus cuadernos de viaje y que tras su muerte, fueron arrancados de sus páginas. El recorrido, ubicado en la primera planta del palacio, ofrece una visión completa «por su faceta de dibujante «desde sus ejemplos más tempranos, fruto de su periodo de formación en Sevilla y sus primeros viajes como pintor al aire libre» hasta los últimos, entre Europa y África, en los que el acabado y el trazo es más depurado y preciso. 

La muestra se completa con otras cuatro piezas que ya formaban parte de la colección del Museo del Prado, entre ellas, la majestuosa ‘Febrero’, que formó parte de los fondos de la galería después de ganar una medalla en las Exposiciones Nacionales de Bellas Artes. Las obras restantes fueron donadas por Pedro Ruiz, el médico del artista. Son el dibujo ‘Vista del castillo de acalá de Guadaira’ y las pinturas ‘Vista de Venecia’ y ‘Paisaje de Gisors’. Una de las curiosidades que ha trascendido sobre la estrecha relación que mantenían artista y médico es que con toda probabilidad Sánchez Perrier tuvo que tratarse una tuberculosis que finalmente le provocó la muerte años más tarde.

Sánchez Perrier fue alumno de la Escuela de Bellas Artes de Sevilla desde temprana edad. Ya a finales de la década de 1860, aprendió la técnica y entró en contacto con paisajistas renombrados como Mariano Fortuny o Martín Rico. Para dar forma a sus pinturas, se trasladó a zonas rurales comoAlcalá de Guadaira, Cazalla de la Sierra, Cádiz o Granada. Una década después, llegó a Zaragoza, la Coruña y Pontevedra. 

Ya en los meses de invierno de 1884 y 1887, el artista salió de España e hizo parada en Venecia y Tánger, dos ciudades que atraían a los paisajistas por «la belleza de sus calles y su arquitectura». Como dato, algunos de los dibujos expuestos formaban parte de las cabeceras de las cartas que le escribió a su hermano. En una última misiva le cuenta que viajará a París. Ahí, coincidió en su última etapa artística con compañeros de la escuela de Sevilla y contactó con el impresionismo aunque se mantuvo fiel a su realismo. Sus paisajes fueron su vida y ahora forman parte de la vida del arte.

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