Madroñera siempre fue muy de su Olimpia, el equipo de la localidad. En la década de los 90 fue un habitual de la antigua categoría regional preferente, un peldaño por debajo de la tercera extremeña, pero un parón en su actividad de cerca de dos décadas ha hecho que el fútbol en su localidad se estancase y las ayudas de la localidad se destinasen al fútbol sala, que ha cosechado grandes éxitos en los últimos años.
Hace poco más de un año, el Olimpia regresó a la competición de la mano de un grupo de jugadores jóvenes con ganas de devolver al equipo al lugar que le corresponde y el pueblo se volcó con ellos -sumaron más de 400 socios en una localidad de 2.000 habitantes-, pero se encontraron con unas instalaciones que no han evolucionado en 20 años y que les impide luchar en igualdad de condiciones contra otros equipos.
El campo de fútbol de Madroñera es de los pocos de la categoría que aún es de tierra. Mientras el club estuvo inactivo, se usó para celebrar fiestas y eso lo ha deteriorado. Su presidente, Toni Barrado, cuenta que las vallas que bordean al campo también están tumbadas por el viento, los alrededores del terreno de juego están embarrados y, por si fuera poco, los jugadores no pueden ni ducharse con agua caliente porque el termo se ha averiado y nadie se lo arregla.
Barrado explica que la intención es que las instituciones subsanen esta situación y se dote a Madroñera de un campo con césped artificial y unas instalaciones dignas para la práctica del fútbol, aunque el problema es el dinero: costaría más de 150.000 euros. Si no logran la inversión, se verán obligados a desplazarse a la localidad vecina de Trujillo para disputar sus encuentros, aunque es la última opción.