Radiografía del sector
¡Que en Cáceres coman pasteles!
Los dulces son uno de los postres esenciales para los cacereños. Sin embargo, en los últimos años el coste de producción se ha disparado ante el aumento del precio de las materias primas, como la harina o el azúcar. Los pasteleros coinciden en que es un trabajo que "no está bien pagado"

El lado dulce de Cáceres / Carlos Gil | Jorge Valiente

Una de las frases que han pasado a la historia reciente es sin duda una atribuida falsamente a la reina consorte María Antonieta, conocida por su fatal destino durante la Revolución Francesa. Se dice que los campesinos parisinos no tenían dinero para pagar una hogaza de pan por la pobreza que se vivía en aquellos tiempos y que, al enterarse, María Antonieta exclamó "¡Que coman pasteles!". Aunque nunca lo dijo.
Parece que los cacereños siguen el ejemplo falsamente atribuido a la también archiduquesa austriaca y, sí, comen pasteles. Lo hacen en el desayuno, la merienda o los compran para llevarlo cuando van a realizar una visita. Hay de toda clase, como palmeras, tartas, bizcochos, y con cualquier ingrediente, ya sea chocolate o limón.
Aunque en los últimos años los negocios se están enfrentando a un incremento de precios. El coste de las materias primas, como la harina o el azúcar, ha aumentado.
Uno de los propietarios de Cupcakes Cáceres, Fernando Hernández, explica que el importe de los productos se han disparado, sobre todo por la guerra en Ucrania. El país era "uno de los mayores proveedores mundiales de azúcar".
No es la única materia prima que ha subido de precio. "Una barra de mantequilla de 250 gramos costaba hace 10 años 90 céntimos, ahora casi 2 euros y medio. El azúcar glass ha pasado de 20 euros, un saco de 10 kilos, a casi 50 euros. Los huevos, que son un alimento básico en el carrito de la compra, se han disparado de precio".
Por ello, lamenta que "es un negocio complicado, sobre todo los últimos años. Cuando empezamos había cuatro tiendas como esta, ahora solo estamos nosotros. El trabajo que conlleva no está asociado al precio al que se vende".
Su establecimiento se basa en la repostería creativa y ha conseguido hacerse un hueco en la ciudad. Elaboran tartas personalizadas, cupcakes o cake pops. Todo ello siguiendo recetas artesanales sin saborizantes o masas compuestas.
Sus clientes habituales son cacereños de todas las edades e incluso personas que no son de la ciudad. «Es una pastelería que se asemeja más a lo que ellos ven fuera», manifiesta.
Lo que más suelen pedir son pasteles red velvet. Se trata de un bizcocho de cacao "súper esponjoso que es rojo al corte, visualmente es muy llamativo". Aunque matiza que "últimamente los que más éxito tienen son los de manzana y zanahoria porque es muy jugoso".
El propietario de la pastelería Chef Alia, Álvaro Holgado, coincide con Hernández en que el sector es "muy complicado". Para mantenerse a flote, afirma que se renueva "para ofrecer a los clientes cosas distintas". Para Holgado es un factor fundamental. Su percepción es que el sector en Cáceres está "muy estancado, muy olvidado. Se venden los típicos pasteles que son muy azucarados y grasientos. Siempre es lo mismo, la gente también está cansada un poco de eso", subraya.
"Somos una pastelería un poco diferente, queríamos tener un concepto disruptivo. En vez de vender los dulces típicos o los pasteles que solían comer los cacereños o los extremeños quisimos que la pastelería fuese más alternativa, más joven", señala.
Y lo ha conseguido. Asegura que cuando sus clientes se llevan dulces a la boca pueden saborear en sus paladares diferentes «toques», como el americano. En sus vitrinas se observan brownies, cookies rellenas y cinnamon roll.
Cuenta con clientes de prácticamente todas las edades. Desde jóvenes de 18 años hasta personas de unos 70 años. Aunque afirma que normalmente suelen ir más adultos de entre 30 y 40. Lo que más suelen comprar en el establecimiento son cruasanes rellenos, tarta de queso o cookies.
Todo ello lo elaboran en la cocina de la pastelería, para sacarlo recién hecho. El secreto del éxito, apunta, es «el amor que se le pone desde que coges el huevo y la harina, la buena relación que tenemos los compañeros y hacerlo de forma casera, como lo hacía la abuela».
El secreto
"Hacerlo con cariño, profesionalidad y con ganas son algunas de las claves para que te salga bien tanto un pastel como un plato elaborado". Es el secreto para elaborar buenos postres para el pastelero de El Horno, Juan Carlos Luna.
En el establecimiento realiza los dulces respetando el tiempo de elaboración de cada uno. "Si está hecha la plancha de bizcocho, puedes hacer un pastel en media hora", relata.
En la vitrina se pueden observar postres como trabucos, "para mí es el pastel de los indecisos, cuando no sabes que comerte", la bamba, "que es el buque insignia". También se encuentran tartas como la de queso o de yema. En cuanto a los clientes, apunta que van "desde el más humilde al más rico, creo que el pastel está al alcance de todo el mundo".
Para el pastelero, el sector se encuentra "estancado" en la actualidad. En este sentido, remarca que "no está bien pagado. Además, la ciudad crece cada vez menos, no hay industrias y no hay trabajos".
Un experimentado en el negocio pastelero es José Marcelo Giraldo, ya lleva más de 50 años creando postres. A su negocio, La Imperial, van a comprar pasteles "tanto jóvenes como gente mayor y de todas las clases sociales". Entre los dulces más solicitados en su pastelería se encuentran el trabuco, la bamba o el pastel de trufa.
Todo ello lo elabora él mismo en su pastelería. Cada postre tiene su propio tiempo de preparación. "Hay pasteles que llevan bizcocho, hay que ver el tiempo que se ha tardado en elaborar el bizcocho, en montar la nata y la trufa. También puedes ir cocinando varias cosas a la vez, por ejemplo, puedo tener la crema cociendo y estar haciendo en ese momento el merengue", explica Giraldo.
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