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Cultura

Lorca, verso a verso en Cáceres

La diputación reedita su Romancero gitano a partir de una edición que pertenece a la asociación de Amigos del Flamenco de 1934 con litografías de Carles Fonseré

Reedición del Romancero Gitano de Lorca

Jorge Valiente

Gema Guerra Benito

Gema Guerra Benito

Cáceres

Los versos de Federico García Lorca siempre están presentes. Sus palabras, las suyas propias y las que tomó de otros, se cuelan en las rendijas cotidianas y abren las balconadas para que entre la claridad del día. Al fin y al cabo, en eso consiste escribir, en arrojar luz. Es un regalo para uno mismo y para los demás a la altura del mismísimo sol. Lo que ocurre es que un poeta no solo es un poeta. Fue pionero, como tantos otros, recorrió senderos que nadie se atrevía en una época violenta, oscura, infame y por ello, fue castigado con la muerte.

Fue asesinado, que no se olvide, que la forma en la que murió se recoja en los libros para que todo el mundo recuerde lo que no se debe repetir. Sus versos, sin embargo, viven, vivirán eternamente. Versos como los de su Romancero gitano (1928) como los que se leen al inicio de estas líneas acompañan a muchos desde la infancia, como no puede ser de otra manera, porque si hay que tomar referentes en la vida que sean los del poeta. 

Porque la historia ha sido injusta, sí, pero de alguna manera, aunque el pasado no se puede reparar, las nuevas generaciones pueden sacar del cajón las conversaciones que nadie en su momento quiso tener y pueden recuperar los nombres desterrados al olvido por tener una ideología determinada, por ser gay, lesbiana o transexual o por entrar de algún modo en la disidencia. En el caso de Lorca, han sido los amantes de las artes los que han trabajado sin descanso para recopilar su obra y para conservar su legado literario, que siempre es más que unos libros. En Cáceres, por poner un ejemplo cercano, la asociación Amigos del Flamenco custodia una de las primeras ediciones de ese Romancero gitano.

Su centro de documentación posee una de las más prolíficas colecciones del país, más de 3.000 libros y más de 200.000 registros sonoros del arte jondo y una selección de piezas de arte e instrumentos. Es, precisamente, a raíz de este ejemplar, editado en París en el año 1943 con reproducciones de las litografías Carles Fonseré, un reconocido cartelista anarquista, de donde la Diputación de Cáceres ha partido para dar forma a una reedición que presentó este miércoles en un acto recogido pero contundente.

En su alarde de ahondar en la memoria histórica, la institución provincial ha puesto en marcha un programa de actividades denominada Tiempo Negro, en alusión a las personas, conocidas o no, que fueron represaliadas durante la dictadura franquista y a las que la sociedad debe rendir justicia. Un día antes, este martes dedicó la jornada a la presentación de una exposición con material propio, desde cartelería hasta sus originales diseños de vestuario, del cantante de copla Miguel de Molina, otra figura que sufrió las consecuencias de un régimen dictatorial que lo condenó al exilio. 

La ceremonia de presentación contó con el presidente Miguel Ángel Morales, el presidente de la Unión Cultural y Centro de Documentación Amigos del Flamenco de Cáceres, José Chaves, y una representación de la universidad extremeña.

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