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Mobiliario urbano

"Con los bancos sin respaldo acabaremos jorobados”: Cáceres opina sobre los nuevos diseños urbanos

Mientras algunos cacereños destacan la durabilidad y resistencia de estos asientos de diseño más moderno, otros critican la falta de respaldo y la incomodidad para las personas mayores y quienes pasean a diario por la zona, señalando que no siempre cumplen con las necesidades de descanso

Vídeo | ¿Qué opinan los cacereños de los bancos de la calle San Pedro de Alcántara?

Gonzalo Lillo

Gonzalo Lillo

Cáceres

Los bancos de granito que el Ayuntamiento de Cáceres instaló hace ya unos años en la calle San Pedro de Alcántara. Se colocaron con motivo de la remodelación de esta céntrica vía, una de las más transitadas de la ciudad, y desde entonces su diseño —de bloques rectos, sin respaldo y completamente integrados en el entorno— ha marcado una tendencia que se ha ido repitiendo después en otras zonas de la capital cacereña.

El objetivo municipal fue apostar por un mobiliario urbano más resistente y coherente con la estética del centro. El granito, además de soportar bien las inclemencias del tiempo, requiere poco mantenimiento y se integra visualmente con el entorno urbano. Sin embargo, su diseño ha generado opiniones para todos los gustos entre los viandantes, especialmente entre las personas mayores y las de movilidad reducida, que son quienes más los utilizan para hacer una pausa durante sus paseos.

José Casas.

José Casas. / Carlos Gil

División de opiniones

José Casas, vecino de Cáceres que acostumbra a pasar por la zona casi a diario, considera que los bancos no resultan cómodos y que su diseño no se adapta a las necesidades de quienes buscan un momento de descanso. «No me gustan, los veo raros. Ahí se sienta una persona y carga todo el peso en los riñones. No tienen ningún apoyo y no son cómodos», señala. En su opinión, un banco debe ofrecer sobre todo reposo, y «precisamente recomiendan que la espalda esté pegada al respaldo», añade.

En la misma línea se expresa Mari Ángeles Gómez, que lamenta que no se haya pensado en las personas mayores a la hora de instalarlos. «A los que somos un poco más mayores nos gusta sentarnos en bancos con respaldo por la comodidad y para no acabar jorobados», asegura. Además, no le convence demasiado su aspecto: «Son horrorosos y no me parece que sean útiles para la gente mayor», concluye.

Mari Ángeles Gómez.

Mari Ángeles Gómez. / Carlos Gil

Otras voces, en cambio, defienden su funcionalidad. Marisa cree que, aunque no sean los más confortables, cumplen con su propósito y ofrecen un lugar donde descansar durante los paseos por el centro de la ciudad. «Yo los veo bien. No sé si habrá personas que necesiten reposar la espalda, pero creo que mientras puedas sentarte y tomar un respiro, cumplen su función», opina.

Marisa.

Marisa. / Carlos Gil

Más entusiasta se muestra Fermín Plasencia, que pone el acento en la durabilidad y la resistencia del material frente a los bancos de madera, que a menudo se estropean con facilidad. «A mí estos bancos me enloquecen», confiesa. «Yo sufro cada vez que veo un banco de madera estropeado y maltratado porque la gente no cuida el mobiliario público. Ahora, que lo pinten o le den patadas, a ver si son capaces de romperlo», comenta con un punto de indignación. Para Fermín, la inversión en materiales sólidos no solo protege el mobiliario, sino que también refleja un respeto por los espacios compartidos por toda la ciudadanía.

Pero, al mismo tiempo, muchos vecinos reivindican que el diseño también tenga en cuenta la accesibilidad y el bienestar de los ciudadanos, especialmente de los mayores.

Fermín Plasencia.

Fermín Plasencia. / Carlos Gil / CARLOS GIL

Aceras deterioradas

Aunque los bancos de granito generan debate, muchos cacereños coinciden en que los problemas de movilidad y comodidad en la ciudad no se limitan al mobiliario urbano. Los acerados en mal estado en numerosas calles se han convertido en una queja recurrente, especialmente entre personas mayores y personas con movilidad reducida, quienes sienten que caminar por la ciudad se ha vuelto más complicado y hasta peligroso.

José Casas comenta que «hay tramos donde las baldosas están levantadas o rotas y da miedo tropezar». Los vecinos lamentan que la falta de mantenimiento provoca accidentes menores y limita la autonomía de muchas personas.

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