En Grimaldo no hay colegio, ni hay comercios. Poco más de 70 habitantes. El ejemplo de la España Vaciada, pero el ejemplo también de resistirse a esa etiqueta. Que las obras asientan población es una verdad que en esta pedanía de Cañaveral se vuelve ley. De ellas viven en El Asador de Grimaldo: de los que trabajan en el AVE, en la obra del túnel para la subestación, en las placas solares que están poniendo en Santiago del Campo, en las minas, de los comerciales que van y vienen camino de Plasencia o de Cáceres en dirección a Salamanca.

El Asador es uno de los establecimientos de hostelería de este pueblo lleno de encanto, que también tiene un bar y una casa rural. «La mayoría de la gente se ha jubilado y los que son más jóvenes están fuera», explica Nieves Baile González a este periódico, que va y viene a Cáceres todos los días y que es camarera del local. En marzo cumplirá 11 años al pie del cañón de un negocio con tres empleados propiedad de Begoña Plaza.

La palabra gastronomía va indisolublemente unida a Extremadura. En pocas regiones españolas se come tan bien. Y no solo en los restaurantes de alta cocina. En cualquier rincón perdido de la provincia cacereña encontraremos siempre un lugar para comer de manera excelente. Y ese es el caso del Asador de Grimaldo. Da gusto ver la altura a la que se sitúan las parrillas sobre las brasas, la intensidad de estas, los tiempos que debe permanecer cada pieza en el fuego, son los secretos de este establecimiento cacereño donde no falta la amabilidad.

De martes a viernes hay menú del día a diez euros muy económico. «Siempre tenemos carnes a la brasa de segundo porque es nuestra especialidad y además tenemos carta, sobre todo los fines de semana. Hay carne de vaca, ternera y cordero extremeño, cerdo ibérico», dice Nieves.

Carne de sabor intenso con el punto exacto de parrilla para conseguir que quede bien sellada al fuego por fuera y roja y jugosa por dentro. «Estuvimos cuatro meses en erte debido al coronavirus y abrimos el pasado 24 de junio. La verdad que ha sido un verano fantástico, como nunca, estamos bastante contentos», destaca esta trabajadora ejemplo de la heroicidad del gremio de la hostelería. Y ejemplo igualmente de que gracias a las obras de infraestructuras nuestros pueblos se llenan de vida.