La vida en el pueblo y la vida en la ciudad parecen estar eternamente enfrentadas. No hay quien se ponga de acuerdo sobre dónde se está mejor. En el pueblo hay más tranquilidad, calidad, aire limpio, cercanía con la gente. Y sin embargo en la ciudad suele haber mejores servicios y, dicen, más trabajo.

Julián Román Barras nació en San Sebastián pero es natural de Torreorgaz, donde reside. Se trata de «un pueblo dormitorio de cinco estrellas», señala él. «Ha venido muchísima gente a vivir debido a la cercanía con Cáceres. Aquí tenemos de todo: tiendas, bares, centro de salud, colegio. Hay numerosos críos y la localidad fue en su momento el primer municipio de Extremadura con el mayor índice de habitantes de niños y el segundo de España. Hubo casi 500 muchachos», explica.

La localidad tiene una población de alrededor de 1.800 vecinos. Los precios de la vivienda son bastante más baratos que en la capital: «Una casa te puede costar unos 40.000 o 50.000 euros y en los alquileres también se nota, por 200 o 250 euros encuentras buenas casas y pisos. Se vive bien: está cerca de la naturaleza, se respira aire sano, hay tranquilidad y comodidad... Y está la lado de Cáceres», cuenta este auténtico embajador de su pueblo.

Román preside una asociación de senderismo que tiene unos 80 socios, igualmente la población posee un equipo de fútbol, aficionados a los caballos, al folclore, sectores todos ellos representados en unas 10 asociaciones. «Hay actividades y vidilla en el pueblo».

Julián cuenta su historia: «Mis padres son los dos de aquí y al final decidieron venirse para acá. Trabajo en el Hospital Universitario de Cáceres de limpiador y mi mujer está en el San Pedro de Alcántara».

¿Y qué tal se llevan con las otras Torres (Torremocha y Torrequemada)? «Bien; la verdad es que no nos podemos quejar», destaca entre risas este gran seguidor del Athletic de Bilbao, que presume de equipo con su escudo tatuado en el antebrazo. «Siempre tenemos el coraje para ir adelante y hemos ganado la Supercopa de España».