Pocos vecinos de Arroyomolinos habrá que, ante la falta de algún alimento, no hayan recurrido al ultramarinos de Pilar Paredes Gutiérrez, de horario amplio, que regentaban sus padres (María y José) y que ahora conduce con equiparable empuje y atención de su marido Juan, una tienda convertida casi en «servicio de guardia que dispone de pescadería, carnicería y del mejor producto. Hay un poco de todo», como reconoce la dueña.

«A muchos seguramente les sacamos de algún apuro», comenta con amabilidad a el Periódico Extremadura mientras cuenta su día a día y repasa una vida ligada a un negocio familiar. «El trato cercano con el cliente es clave», reconoce Pilar mientras subraya con una sonrisa cómo «ya a primera hora, cuando abrimos el comercio, mi marido y yo nos ponemos detrás del mostrador, nos olvidamos de todo. Nos volcamos con en el negocio». Una «dedicación disfrutada, y no sufrida», puntualiza la propietaria.

«Perdona, que me entra gente. ¡Hola! ¿qué tal, mi niña?» Así se despacha en este establecimiento en el que durante la entrevista no ha cesado el trasiego. «Y ahora nos toca resistir con esto del covid-19», indica ella, que revela la receta que aplica cada día junto a Juan para mantener vivo el legado: «Buen trato al cliente, ponérselo fácil, y sobre todo cumplir las medidas sanitarias a rajatabla». Un ejemplo más este de Pilar de que el negocio de proximidad es fundamental para asentar población y un motor que contribuye al desarrollo de los pequeños municipios.