En la biblioteca de Babel, el escritor argentino Jorge Luis Borges comparaba a los libreros con eruditos capaces de resolver oscuros enigmas, acertijos indescifrables. Son seres reconocibles no por su aspecto, sino por la lucidez de sus pensamientos. En Hervás la librería-papelería Invic, situada en la calle Relator González, número 32, es la más la más antigua de cuantas quedan en la localidad.

Accedió a la pole position hace un tiempo, después de que cerrara la librería Martín (nacieron casi coetáneas). Con más de 65 años de trayectoria, los fundadores del establecimiento fueron Gaspar y Celestina. Cuando les llegó la edad de jubilación, siguieron adelante por pura nostalgia y amor al oficio su hija Natividad López (titular del negocio) y su marido Edison Galiñanes. «La librería es toda una institución en el pueblo, es un ejemplo de comercio tradicional», admite Edison. El librero cuenta que tras 37 años pronto bajarán la verja. «Nos da pena, porque siempre nos ha encantado el contacto con la gente, la conexión con el cliente. Ya hemos encontrado a las personas que van a continuar con la actividad», dice. 

No faltan los imanes. ALBERTO MANZANO

Entrar en esta tienda es valorar la importancia de una atención personalizada que en ocasiones se está perdiendo. Invic no es una papelería al uso, sino que sus instalaciones albergan innumerables objetos de regalo, juguetes, artículos de decoración y recuerdos. También el material de oficina, plumas, estilográficas, maletines; así como maletas para niños, muñecas, carritos, mochilas, archivadores, carpetas y todo lo necesario para el día a día de los escolares; en su momento tuvieron recargas para móviles.

Han dedicado su vida a escudriñar el mundo desde los libros, a quererlos como parte de su familia. La tienda es un lugar donde el tiempo se para, como en los cuentos. Tampoco faltan los periódicos, y entre ellos el Extremadura, es fiel asiduo.

La célebre muñeca. ALBERTO MANZANO

Los responsables del establecimiento pasaron el coronavirus (él estuvo 16 días en el hospital con una neumonía), la sangría de la pandemia les dio un susto tremendo y les obligó a cerrar durante más de dos semanas. Están bien y no les han quedado secuelas.

Pero la librería posee otra particularidad y es que Edison pone música gregoriana, bandas sonoras de películas, rap, rock, mambo, country, entre otros. «Bastantes clientes cuando vienen aquí me comentan que pongo mejor música que muchos pubs», explica entre risas. ¿Y por qué Edison? «Un primo de mi madre, que era un persona muy capaz, trabajaba en la banca y se llamaba así; mis padres no tuvieron otra ocurrencia que ponerme ese nombre», y lanza otra media sonrisa en mitad de este local, un tesoro de Hervás.