El turismo rural es conocer la provincia cacereña de una forma diferente, sumergiéndonos en las raíces de nuestros pueblos y aprovechando el legado de los antepasados. Con esta filosofía el Periódico hoy visita la bella localidad de Baños de Montemayor donde se pueden observar auténticas joyas de casas con muchísima historia y encanto arquitectónico. Y no podemos dudar de que el éxito del viaje está garantizado: la residencia que elegimos, es la casa rural Los Postigos, datada en 1816, que fue una antigua bodega y se encuentra en el centro del municipio. Se llama así por los portillos de las ventanas y está ubicada en el 35 de la calle Vía de la Plata.

Imagen del comedor. ALBERTO MANZANO

La vivienda está cuidadosamente decorada, tratando de conservar todo el sabor de los tiempos en que perteneció a una familia particular que elaboraba un vino artesanal; además dispone de un lagar (recipiente donde se pisa o prensa la uva para obtener el mosto), una pequeña columna romana de Cáparra del siglo II, una pila de la misma fecha, muebles de más de 150 años, una fuente (espectacular por su valor histórico porque recuerda a una terma romana), vigas de madera con una estructura de piedra, entre otros tesoros. 

Columna de Cáparra. ALBERTO MANZANO

Pero, eso también, empleando hoy los sistemas más modernos para hacer la estancia agradable y confortable: salón con chimenea y barra de bar, salita de lectura, comedor con buena capacidad y conexión wifi gratuita. No dan comida, pero sí el desayuno y cenas programadas con grupos, genuinamente con productos de calidad extremeños.

Se conserva la fuente original. ALBERTO MANZANO

«Por ahora no tengo la necesidad de restaurante», indica Manuel Bustos, natural de Salamanca, propietario y encargado del alojamiento. «La razón es que nuestros visitantes llegan hasta aquí con la idea de pasar todo el día fuera, visitando la comarca, disfrutando de los paisajes del Valle del Ambroz, monumentos y de la gastronomía de la zona». Este negocio cuenta con ochos habitaciones dobles con baño y una suite. Hay buenos precios.

«La vida que dan las vueltas me hicieron llegar hasta aquí», dice entre risas Manuel. Está encantando con su día a día en Baños y con lo simpática y amable que es la gente. Detalla que se reformó el edificio en el 2000 y que se ha sabido mimar y cuidar sus elementos originales más interesantes. 

Durante la estancia se encarga de informar a sus clientes de las actividades que se pueden realizar saliendo de su hogar: «No solamente en lo que a visitas se refiere, sino en cuanto a actividades, como la práctica de senderismo y los lugares más mágicos para ver».

Ahora Manuel confía en que la pandemia termine y puedan volver los viajeros de todos los puntos de España y de Europa, numerosos de ellos atraídos por el camino de Santiago, ya que éste pasa justamente por la puerta de su casa, una casa que espera que muy pronto vuelva a llenarse de noruegos, holandeses o alemanes fascinados por esta joya de Baños