Miguel Bravo Lozollo, de 58 años, nació en Peraleda de San Román, pero su primer año de vida lo cumplió en Madrid, donde sus padres se marcharon a trabajar. «Mi padre estaba en el Canal de Isabel II», explica sentado junto a una mesa de una terraza del pueblo hermano de al lado, Garvín de la Jara. Toda su trayectoria la hizo en la capital de España.

«Empecé a estudiar Periodismo y lo dejé. Estuve en la Complutense dos años. Fui a la facultad después de la mili. El otro día en un debate de televisión apareció como tertuliano mi profesor de Historia Contemporánea», relata con nostalgia. «Cada vez que veo la película ‘Tesis’ de Alejandro Amenábar y miro esos pasillos me acuerdo». ¿Y por qué dejó la carrera? «Porque me aburría», zanja sincero.

Aún así guarda un gran recuerdo. «Siempre se decía que era el único bar de Madrid que poseía facultad. Tenía un íntimo amigo que era de mi barrio y que estudiaba Derecho, a veces iba a buscarlo y aquello era como si entraras en una iglesia», indica mientras rememora la etapa de Tierno Galván y la movida madrileña: Villa de Madrid, Festival Rock de Vallecas, los conciertos del Colegio San Juan Evangelista... «Fue una época muy buena y bonita de mi vida».

Miguel empezó a trabajar en el primer Vips que se abrió en España, en el barrio de Salamanca. La cadena se asentó en Madrid gracias a un concepto innovador, inspirado en las tendencias de la cocina internacional y luego se extendió a otras ciudades del país (están en el centro comercial El Faro de la capital pacense, por ejemplo. En Cáceres lo intentaron, pero no llegó a fructificar la operación).

Miguel Bravo dice que se siente como Benjamin Button. «Es volver a las raíces. Y estoy encantado»

Después de tres años comenzó a trabajar en otro restaurante del centro y luego al Meliá Castilla, donde estuvo casi 20 años; hasta que empezaron los recortes. Entonces se volvió a su pueblo, donde lleva ya siete años. «Soy hijo único, entonces me vine con mis padres. Mi padre falleció el año pasado y mi madre tiene 93 años, y ahora me dedico a cuidarla».

Miguel dice que se siente como Benjamin Button. «Es volver a las raíces. Y estoy encantado en el pueblo. De aquí no me muevo», asegura con gran orgullo.

Por eso defiende la necesidad de promocionar la vida en los municipios. Él es concejal en el ayuntamiento que preside el socialista Pedro Estrella. El año pasado organizaron la ruta del olivo y promocionaron las almazaras de la localidad. Además, quieren promover el turismo dando a conocer el Cancho de Valdecastillo, donde se celebra el Día de las Tortillas durante el Domingo de Resurrección.