«A veces pensamos que no nos merecemos a nuestros clientes», cuentan los hermanos Andrés y Juan Emilio Molero Torbellino, dueños del mesón-bar Paulino, en el corazón de Arroyomolinos, justamente a unos pasos de la iglesia. De fondo suenan las voces alegres de los parroquianos que disfrutan de un amplio abanico de aperitivos y raciones. Lugar idílico para probar el vino de pitarra o una cervecita con prueba de cerdo, chorizos fritos, callos, solomillos, morros, orejas, entre otros ricos manjares.

Todos son guisos caseros. «No sabes lo que fue la primera semana que abrimos tras el confinamiento, fue como volver a ver a la familia después de lo mal que lo pasamos. Para nosotros este bar no es solo un negocio, es algo que forma parte de nuestras vidas», dicen con orgullo a El Periódico.

El establecimiento es toda una institución en el pueblo, se trata de un sitio mágico para el buen yantar, bien beber y una agradable tertulia. «El mesón Paulino ha sido, es y será refugio seguro para los atléticos, barcelonistas y taurinos. Hemos sido campeones de liga, que inmensa alegría. Aúpa Atleti», explica Chiqui, que así es como conocen a Andrés.

Ellos son la tercera generación. Este afamado local lo abrió su abuelo, Juan Torbellino Cañamero, y después lo llevó su hija Carmen. Ahora, con el verano se anima el bar de decoración rústica, un trato maravilloso y una gran variedad de copas, cócteles y mojitos, perfectos para olvidar el estrés diario, cuidados hasta el último detalle y con originales sabores. Son uno de los mayores reclamos de este mesón con historia.