La despoblación se ha cebado con la pequeña alquería de Riomalo de Arriba en Las Hurdes, ahora tan solo alberga a dos habitantes; pero ese éxodo rural ha provocado que este pintoresco (y fantasmagórico) enclave conserve casi en toda su extensión la popular arquitectura negra hurdana, con todas las casas construidas con pizarra, que convierte esta estampa en una de las imágenes más icónicas del turismo extremeño.

«Cuando se piensa en Las Hurdes nos vienen a la cabeza dos recursos imprescindibles: el meandro Melero y esta alquería», explica Román Sánchez, creador de la Fundación Riomalo de Arriba, que ha motivado que el Ayuntamiento de Ladrillar (al que pertenece este núcleo rural) haga una petición formal a la Dirección General de Patrimonio de la Junta de Extremadura para declarar Bien de Interés Cultural (BIC) este pintoresco lugar.

Sánchez, un apasionado de Las Hurdes, vinculado al sector turístico, que reside en la provincia pacense, asegura que mientras que en Ladrillar «el 80% de la construcción es moderna, de los 60 a la actualidad, Riomalo de Arriba se conserva casi intacta». Pese a alguna «barbaridad» arquitectónica que se ha perpetrado, como transformar la antigua iglesia de piedra «con puertas y rejas de aluminio y climalit».

El Objetivo de conseguir la declaración BIC pasa por «conservar fachadas, calles y entornos paisajísticos, sin que esté reñido con ofrecer comodidad a los visitantes y residentes», porque la alquería es un recurso turístico de primer orden que pasa desapercibido en la zona recóndita por excelencia del paisaje extremeño: Las Hurdes. Aquí ubicó la Diputación Provincial un centro de interpretación, cuyo edificio sirve como muestra de la arquitectura popular hurdana, con su estructura de madera y sus muros y cubierta de pizarra, donde ofrecer información sobre las rutas, sendas y veredas que ofrece la comarca.

Los integrantes de la fundación celebran que a Patrimonio «le haya encantado la idea y se haya admitido a trámite la propuesta». Apuntan que «es el momento, con todos los fondos europeos de recuperación que se pueden aplicar a devolver a su estado original esta alquería». 

Además, subrayan que el 15% de la vivienda es patrimonio del consistorio, lo que agiliza los trámites de rehabilitación. Y de las 120 casas que tiene la alquería (algunas en estado ruinoso), «hay alrededor de 40-50 propietarios que verían con buenos ojos este proyecto para vender sus casas o alquilarlas para el turismo o a futuros residentes».

Desde la Junta de Extremadura explican que ahora queda la tarea más ardua: que los técnicos realicen un informe del valor patrimonial de la alquería y lo clasifiquen. Algo para lo que no hay un plazo concreto, «depende de las características del bien». Si ese informe es favorable, se incoará el expediente, a la espera de los informes consultivos de la Real Academia de las Letras y la Universidad de Extremadura y su aprobación definitiva.