Nació el 20 de junio de 1910 en Talavera la Vieja, la antigua ciudad de Augustóbriga que desde 1963 permanece sumergida bajo las aguas del embalse de Valdecañas. Vio desaparecer su pueblo natal, y con 111 años, Silveria Martín Díaz, residente en un centro de Villanueva de la Vera, se ha convertido en la persona más longeva de Extremadura.

Así lo confirman desde la página Extremeños Centenarios, un blog estadístico dedicado a las personas mayores de 100 años. Hasta el pasado 19 de julio, ese honor recaía en Inocencia Zofio Cajal, nacida el 1 de mayo de 1910 en la localidad de Valencia de Alcántara, que falleció en Cáceres el pasado mes, a los 111 años y 79 días. Ostentaba el título extremeño a la persona más anciana desde el 22 de diciembre de 2019.

Zofio Cajal recordaba cómo su madre se puso de parto durante un viaje. «Mi papá era militar», recordaba y de él heredó la pasión por la música y el baile. «La música es su perdición: charlestón, tango, pasodoble... ¡Si hasta tenemos que ponerle un poco de rock & roll a diario!», desvelaba en su 111 cumpleaños su hija Beatriz. Ella era la persona viva más longeva nacida en Extremadura, la más longeva que vivía en Madrid y la sexta de España.

Ahora, Silveria le toma el testigo. Nació y continúa viviendo en Extremadura; en su provincia de Cáceres. Algunos de sus recuerdos han quedado sumergidos como el pueblo donde vino al mundo: Talavera la Vieja. Cuando su localidad natal quedó anegada, ella ya contaba con 53 años; fue entonces cuando se completó el éxodo de los talaverinos, debido a que el gobierno franquista (con su agresiva política hidráulica) decretó el desalojo, pese a que la primera ubicación del pantano salvaba el municipio, porque se construiría por encima del mismo; pero quedaba el peligro de una posible rotura, así que el destino ya estaba escrito.

Las últimas personas en abandonar Talaverilla lo hicieron en 1963. Una localidad prácticamente incomunicada: contaba con una carretera que la conectaba a Bohonal de Ibor pero nunca conoció el asfalto; se utilizaban barcas para cruzar el río.

Silveria es testigo directo de un pueblo fantasma, y ahora se ha convertido en la abuela de todos los extremeños