En un terreno adehesado, en pleno corazón del Parque Nacional de Monfragüe, se encuentra un refugio internacional para investigadores, que surgió del proyecto Estación Experimental en Agroecología, de Elisa Pizarro y Christian Schöb. Un proyecto de emprendimiento rural que ganó el Premio PIE que otorga la Diputación de Cáceres.

Ambos han creado una estación de investigación medioambiental (denominada Aprisco) en una finca de 150 hectáreas de su propiedad, con el 90% de dehesa, en Torrejón el Rubio. 

Pizarro y Schöb son investigadores reconocidos, con carreras científicas en ecología vegetal, tanto en Suiza como en el Reino Unido y España, y su objetivo era crear una residencia para acoger a otros investigadores del mundo (que pudieran permanecer en el terreno incluso con sus familias) y ofrecer alojamiento rural y educación ambiental en la finca.

Un objetivo que se ha hcho realidad, en un entorno natural en el que fluye el intercambio de ideas entre investigadores de diversas partes del mundo que llegan con drones para hacer censos o para indagar en la comunidad vegetal.

Pizarro y Schöb, que defienden que «la dehesa, si no se explota de forma sostenible, acabará desapareciendo» acogen desde hace un tiempo estudiantes de tesis a través de convenios con universidades nacionales (como la Rey Juan Carlos y la propia Universidad de Extremadura) pero también con centros internacionales de Asia.

A ambos les apasiona el estudio de la agroecología, y afirman que haría crecer la región económicamente, pero también «entender el ecosistema como una oportunidad». Además de aprovechar el tirón del turismo experiencial: «la gente que quiere huir de las ciudades a un campo que esté vivo, que no sea un mero decorado», explica Pizarro.

En su día a día, además de convivir con estudiante investigadores, también promueven proyectos de economía circular y creen necesaria la divulgación de estos valores entre los menores, «para que les cojan cariño al campo, que es lo único que hace falta para cuidarlo».

Pizarro afirma que Extremadura debería rentabilizar la agroecología porque «es un beneficio y una oportunidad». Y subraya que «tenemos un montón de campo que no solo hay que llenar de fotovoltaicas; que dejen el campo para la biodiversidad».

Ahora, se encuentran embarcados en un proyecto en el que testan la resistencia a la sequía en cultivos, debido al desafío que enfrenta el campo por el temido cambio climático.