Después de casi tres duros años marcados por la crisis sanitaria del covid-19, José Antonio Redondo, alcalde de Trujillo, hace balance de la primera parte de la legislatura y repasa los proyectos y propósitos que desde el consistorio quieren materializarse en 2022.

¿En qué punto se encuentra el ayuntamiento con respecto a los años anteriores?

Está mejor que el año pasado y mejor que el anterior. Ahora, nos encontramos en disposición de acometer con ganas e ilusión lo que venga. Estos años nos han servido para poner en orden el ayuntamiento, para dar una liquidación presupuestaria positiva, para que se nos levante el control de gasto al que estábamos sometidos y para afrontar nuevos proyectos.

Una de las mayores críticas que ha recibido ha estado relacionada con la ayuda a las empresas. ¿Podría haber hecho algo más?

Siempre se puede hacer algo más. Lo mejor que hemos hecho por los empresarios de Trujillo ha sido que fueran los primeros en cobrar. Podríamos haber sido populistas y repartir 300 euros hasta 100.000, pero no hubiéramos adelantado nada. Un empresario no quiere limosna quiere trabajar y cobrar lo que se le debe.

Otra ha sido la vinculada con los servicios del Centro de Alta Resolución durante la pandemia. ¿Qué puede decir de este tema?

Conozco una parte importante de todo lo que se pretende para el CAR, pero no soy yo el que debe decirlo. Vamos a intentar obtener todo lo que podamos para Trujillo en este aspecto. La pandemia ha cambiado todo y en este momento, es en lo que se está pensando, aunque creo que ya deberíamos tener en mente el futuro. El covid es importante, pero también lo son las patologías individuales y habrá que acometerlas más pronto que tarde.

2022 parece estar iluminado por el brillo de los diamantes. ¿En qué fase se encuentra este asunto?

Nos reunimos esta misma semana. Ya se han analizado las líneas de evacuación y las de agua, entre otras cuestiones y estamos esperando en la línea de salida para salir corriendo. Todos tenemos muchas ganas. Es la gran esperanza, el objetivo numero uno. Tenemos que sacrificar lo que sea porque esta fábrica se quede aquí. El proyecto deslumbra y en cierta medida, asusta. Estuvimos en una situación parecida cuando llegó Navidul y se consiguió. Trujillo ha perdido muchos trenes a lo largo de la historia, pero se merece la oportunidad. Por eso, hay que hacer todo lo que sea posible y parte de lo que no lo sea, para que esta empresa esté instalada en la ciudad en no mucho tiempo.

¿Qué se puede esperar?

Hablamos de 300 puestos de trabajo a nivel técnico, pero no hay que perder de vista que de esto pueden derivar muchas pequeñas cosas que beneficien a la economía y el trabajo en la ciudad. De hecho, muchas empresas podrán beneficiarse, de algún modo: seguridad, catering, lavandería, etc. Por otra parte, vivienda. La previsión es que se podrían instalar 500 o 600 familias en la zona y ya se está viendo la posibilidad de hacer modificaciones puntuales para que la recalificación del suelo no lleve más de seis meses.

La piscina climatizada y la residencia de Huertas siguen sobre la mesa, ¿en qué situación?

La semana que viene salen a concurso la adjudicación de ambas. El ayuntamiento, en este momento, no tiene técnicos suficientes ni operarios cualificados para llevar adelante las actuaciones de la piscina. Con la residencia pasa algo parecido. No tenemos oficiales suficientes y habría que hacer una gran parte subcontratando. Si mezclamos varias fuentes de financiación podríamos estar en un lío en una ejecución por administración, por eso preferimos dedicar a nuestro personal a otras obras. Es una razón más técnica que de otra índole.

¿Cuál es su deseo para el año nuevo?

Que los diamantes del sol alumbren Trujillo.