Antes de la pandemia, la revista Viajar lo incluyó en su listado de los mejores Carnavales del país celebrados en pueblos. Y no es para menos, porque este festejo, cuyo origen es desconocido, es de Interés Turístico Regional por su antigüedad y tradición.

Este mes de febrero, las calles del casco antiguo de Villanueva de la Vera, declarado Conjunto Histórico Artístico en el año 1982, volverán a vivir la misteriosa tradición del Peropalo; el particular Carnaval de esta localidad verata (y uno de los más singulares del país), silenciado por la pandemia de la covid, que regresa con todos los actos, aunque con las medidas sanitarias propias de la era del coronavirus.

Se trata de un festejo lúdico, para disfrute de sus gentes, donde un pelele (el Peropalo) es ajusticiado, día tras día, desde el domingo de Carnaval. Durante este ritual específico (la Judiá), el municipio despliega toda su tradición folklórica y su belleza cromática.

Aunque los festejos comenzarán antes, el domingo 20 de febrero, con el anuncio de la fiesta y la procesión de La Cabeza, donde los habitantes pasean una testa de madera, la “turra” del Peropalo, ataviada con sombrero y pañuelo.

Origen

Son varias las hipótesis que se barajan sobre el origen de este festejo, siendo la más aceptada el ritual agrario de fertilidad que comenzó a realizarse en la época de la Europa prerromana.

El sábado, 26 de febrero, tendrá lugar uno de los momentos mágicos de la fiesta con el traslado del Peropalo, confeccionado secretamente días antes por los ‘peropaleros’, a la plaza de la localidad, donde será colocado sobre una aguja entre quejidos y repiqueteos de tambor para después bailar a su alrededor, informa Efe.

Durante el fin de semana el malhechor será repetidamente paseado a hombros de sus ‘simpatizantes’ con un claro sentido vejatorio, escarnio que finalizará el lunes, 28 de febrero, con la Judiá.

Este rito consiste en la colocación de los peropaleros y sus acompañantes en dos grupos: uno partidario de condenarlo y otro de liberarlo, situados en frente, que al son de un tambor se cruzan al tiempo que el Peropalo es inclinado hasta casi rozar el suelo.

Varias veces se repite esta acción, que finaliza agrupándose los participantes alrededor de los que portan el muñeco simulando un linchamiento público como premonición de lo que ocurrirá el martes 1 de marzo, con la denominada Corrida de Elecciones.

Ya el martes, un tribunal lo condenará a la hoguera. El jinete que representa al condenado saldrá alrededor de las 09:30 horas del ayuntamiento con la cara tiznada a lomos del burro, y ambos serán paseados por los peropaleros al ritmo del tamborilero y disparos de salvas.

Por la tarde se celebra el ofertorio, durante el cual se recogen las aportaciones económicas de vecinos y visitantes, quienes reciben los denominados aporreos de los Calabaceros, figura que encarnan tradicionalmente cada año los quintos del pueblo.