Natalia del Águila García (Madrid, 1975) disfruta junto a su hijo Darío entre vegetales y frutas en un terreno familiar de Villamiel. Han pasado unos años desde que ella decidiese dar un giro a su vida profesional: tras licenciarse en Ciencias Ambientales por la Universidad de Gales, trabajó en Sudamérica una temporada aunque por casualidades del destino se quedó embarazada y tuvo que dejar su oficio de técnica de acción social para montar un pequeño negocio dedicado a la elaboración de mermeladas. Visto con perspectiva, la apuesta, arriesgada, no ha podido salirle mejor.

Las Delicias del Palacio del Deán es un proyecto social, medioambiental, de alimentación saludable y basado en una economía circular verde inclusiva, el nombre de esa aventura en la que se embarcó Natalia, no realiza mermeladas al uso, sino que son untuosos y ricos manjares. En la finca de su casa hay ciruelas, naranjas, manzanas, moras, peras, tomates, pimientos, ajos, puerros... En su cabeza es capaz de combinar esos sabores como si de una ecuación química se tratase para una vez envasados ofrecer unas mermeladas artesanas que cada vez tienen más cabida en la región.

«Hago mermeladas dulces y saladas. Empecé porque tenía un producto excelente y antes de eso ya mi bisabuela las preparaba. Recuerdo cuando le comenté a mi familia que iba a dedicarme a emprender en el mundo rural, mis padres son un pilar fundamental y me ayudan muchísimo», dice.

Lote de mermeladas y conservas elaboradas con producto local. EL PERIÓDICO

¿El resultado? Unas mermeladas únicas y que son difíciles incluso de imaginar, como la de higo con canela, mora de árbol, madroño, pimiento verde y jengibre, tomate y hierbabuena, manzana, mandarina y canela, pera... Pero la joya de la corona es una conserva vegetal fabricada con su propio aceite, puerro, pimiento, ajo y tomate, que su hijo en honor a esta tierra y a la naturaleza le ha puesto Las Delicias de la Sierra de Gata.

«Mi idea junto a la de varios artesanos es crear un obrador en Sierra de Gata para elaborar los productos»

Vende sus artesanas creaciones en los mercados extremeños; de ellos, saltaron a los nacionales y también esperan hacerlo pronto a las tiendas gourmet y de barrio con la naturalidad como eje fundamental de su propuesta. Igualmente las mermeladas de Natalia se pueden comprar por medio de su página web y rápidamente las tendremos en casa. 

«La evolución de la cocina y el juego entre dulces y salados convierten el producto en ingrediente sustancial de sabrosas recetas. Los envases los llevamos a cabo en el obrador de Navasfrías (Salamanca) porque en Sierra de Gata no hay instalaciones de este tipo. Mi idea junto a la de varios artesanos de la zona es crear unas instalaciones para elaborar el género aquí», indica Natalia a este periódico.

Primero conquistó por el paladar a sus familiares, amigos, conocidos y ahora lo ha hecho con sus clientes. Le ocupa gran parte del día, pero reconoce que la pasión por las frutas y los vegetales son tal que no lo siente como una obligación, sino como una devoción, que se ha convertido en una fuente de ingresos. Y solo se pone los límites que marca la naturaleza.