Nada más entrar a la Cueva El Tejero en Hervás (ubicado en la calle Vedelejos) llama la atención su decoración. Un pequeño pub que puso en pie hace más de medio siglo Francisco Ventura (su familia se dedicaba al oficio de las tejas), pero desde 1995 lo lleva su hijo que tiene el mismo nombre que su padre. El negocio es un magnífico templo sonoro en el que su dueño ha aprovechado hasta el último rincón para poder colocar los tesoros musicales y las fotos de los clientes que ha ido acumulando. Son sus propias filias las que marcan el estilo de un local en el que su propietario se siente como en casa. De hecho, el bar es una prolongación de su propio hogar, que comparte con todo aquel que atraviesa la puerta, un envidiable museo retro, envidia de coleccionistas.

Un pan de hace 46 años. Lo trajeron de Barcelona. ALBERTO MANZANO

Francisco se define como un amante de la música. «Hay guitarras, un saxofón, entradas de conciertos, elepés, vinilos, un pan de 46 años que me trajeron de Barcelona, mesas camillas para saborear buena cerveza… Lo que más me gusta es el rock, blues y soul. También doy conciertos con una gran variedad de artistas», señala. 

Guitarras y vinilos. Cueva El Tejero es un auténtico museo. ALBERTO MANZANO

Sobre la pared donde coloca las diferentes bebidas se pueden observar más de 4.000 fotografías, según la última estimación del dueño. Y subiendo: cada persona que entra en la Cueva El Tejero suele dejar constancia de su visita donando un pequeño retrato de ellos o de algún familiar, antiguos carnet de conducir, DNI caducados, tarjetas universitarias... «Por aquí han pasado turistas de México, Estados Unidos, Cuba, Venezuela, Brasil, Portugal y de todos los rincones de España. Ha habido gente que ha entrado y se ha quedado alucinada al ver su imagen», dice con un carcajada.

Instrumentos musicales, fotografías y reliquias las que se guardan en este museo bar de Hervás. ALBERTO MANZANO

 Es un establecimiento familiar donde la buena música constituye todo un grato acompañamiento a conversaciones y a silencios, a soledades y a buena compañía. Francisco otorga un trato maravilloso a parroquianos y turistas. Es mediodía, hora de la caña y en la barra no falta el pincho. 

La imagen del bar. ALBERTO MANZANO

No puede faltar Bob Marley. ALBERTO MANZANO