Pasada la medianoche, con un frío que pelaba, en un tren procedente de Madrid llegaban los 30 ucranianos a la estación de Renfe de Cáceres con destino a Malpartida de Cáceres cuyo ayuntamiento ha dispuesto en San Isidro dos albergues para recibirlos. Hasta la estación se desplazaron el alcalde, Alfredo Aguilera, concejales y miembros del Club Rotary Cáceres, que colaboraron con el consistorio. "Qué dramático ha sido verles llegar. Con esas madres con sus hijos en brazos, destrozadas por el largo viaje", cuenta José Luis Franco, miembro de los rotarios. "Una de ellas estaba tan agotada que uno de nuestros colaboradores tuvo que sujetar a su criatura. No podían más", añade Franco, satisfecho por el gesto humanitario. "Los que han venido son unos privilegiados porque han podido llegar. Hay muchos muriendo, combatiendo en la guerra. Es terrible".

Los refugiados, en la estación de Renfe. EL PERIÓDICO

Los rotarios destacaron la solidaridad de los malpartideños. "Malpartida chapeau", dijeron. Lo cierto es que el pueblo se ha volcado, muchos vecinos acudieron con sus furgonetas hasta la estación. Los abrazaron, arroparon, colocaron sus maletas y mantas en los coches. Han pasado la noche en el albergue y en los próximos días serán reubicados en pisos de la Iglesia y en viviendas particulares. Esta será una solución transitoria hasta que el club rotary les facilite un empleo o acogida en otras localidades de la provincia.

Imagen del albergue de San Isidro. EL PERIÓDICO

Malpartida vivió una madrugada cargada de emociones. El consistorio ha acondicionado un albergue de 20 plazas y otro de ocho, en el que se ha quedado una familia de ocho miembros. La mayoría de los compatriotas proceden de pueblos y ciudades que han quedado completamente destruidas por la invasión rusa.

En San Isidro disponen de cocina. El ayuntamiento ha facilitado desayunos, fruta, zumos y comida. Como no había calefacción han instalado radiadores y están poniendo antenas para que puedan ver la televisión. Cuentan con todo lo imprescindible: mantas, sábanas...

"Son el vivo rostro de la guerra reflejado en sus caras", narra una voluntaria tremendamente impactada. Y es que lo vivido anoche por los malpartideños fue tremendo. Un niño de 9 años ha llegado con su madre de 39 y su hermano de 15. Al entrar en el albergue se lanzó a los juguetes. "No gracias", contestó después de que una chica le ofreciera golosinas. El pequeño solo quería jugar. Del cansancio pasó a la plena felicidad.

Se han dispuesto cunas para los más pequeños. EL PERIÓDICO

La noche terminó con el corazón encogido cuando en señal de agradecimiento una mujer cantó una canción tradicional de su país. A 3.500 kilómetros de Ucrania, la guerra continúa y la morgue sigue llenándose de muertos.