Esta tienda de Garganta la Olla, ubicada en la calle Llana, posee excelentes productos típicos de Extremadura y una gran variedad de souvenirs. Caprichos acaba de cumplir 5 años desde que abrió, de la mano de Yolanda Pérez. En su día, este comercio fue de Angelines. Sus sudaderas y camisetas con el nombre de su pueblo se han convertido en un boom. «Tenemos diferentes modelos para niños, adolescentes y adultos. En el diseño se plasma el gusto por la naturaleza y la decoración con influencia de la tierra. Pero además es un local donde puedes encontrar de todo», comenta la propietaria rodeada de prendas de ropa, zapatillas, perfumes, bisutería, bolsos, tazas, refrescos, botijos y hasta calcetines.

A los ojos de los adultos, lo primero que se ve al cruzar el umbral de Caprichos son quesos veratos, mermeladas caseras, navajas, pimentón de la Vera, vinos, licores, imanes, jarrones… Si detrás de la mirada están los ojos de un niño, la sensación es bastante diferente. Tiene forma de libros, plastilina, peluches y muchos juguetes. En resumen, un paraíso, como lo definen todos sus vecinos y turistas. 

Un gusto para los sentidos

Nada como la sonrisa con la que Yolanda obsequia todos los días a sus clientes. Y eso, esa sonrisa, ni tiene precio, ni tiene ninguna competencia. Cuesta mantener la mirada anclada en un solo sitio porque todo llama la atención, entre sus estanterías casi cualquier cosa puede encontrarse. En el mostrador desde el que despacha, atiende a una pareja del municipio por su nombre (¡qué importante son este tipo de detalles!). 

Imagen de los manjares de las estanterías. EL PERIÓDICO

Con pandemia o sin ella, el producto estrella para los visitantes sigue siendo el pimentón de la Vera. «La gente parece que sólo conoce eso de nuestra tierra, vienen directos a por este manjar, pero luego suelen irse con algo más», señala con amabilidad a El Periódico.

En cuanto a los típicos recuerdos, los viajeros siguen comprando el pequeño detalle para la familia o un amigo. Aunque este año lo de pequeño se cumple más que nunca: «Se llevan de tamaño chico, un imán o llavero y por supuesto las sudaderas», concluye esta creativa que ha conseguido llevar el nombre de su pueblo por todo el mundo.