Si una palabra define sus instalaciones es magia. Igualmente la paz lo invade y lo impregna todo. Ni un solo rincón queda ajeno a ella. Y El Periódico da fe de ello. Es un sitio que conjuga la oferta de alojamiento y gastronómica en un entorno eminentemente lleno de naturaleza, como es el corazón de la Sierra de Gata.
El hotel rural A Velha Fábrica es una de esas joyas que se encuentran en un enclave único. Situado en Valverde del Fresno, esta antigua industria de mantas, jabones y aceites, totalmente rehabilitada, tiene las puertas abiertas para los amantes de los lugares con encanto. Diecinueve son las habitaciones que posee este establecimiento (11 dobles y nueve familiares), que gestiona Carlos Carrasco en el año 2017, aunque abrió en el 2006.
Tampoco la cocina escapa a esa esencia, en el que Carrasco, resume en tres palabras: «Amabilidad, servicio y calidad». Los fogones de A Velha Fábrica no precisan de artificios para deslumbrar a los comensales. Lo hace desde la sencillez, cariño y respeto, gracias a platos en los que se combina la sabiduría de la cocina con toques de vanguardia. Unos guisos de mercado que aprovechan en cada momento y en cada temporada lo que tiene a su alrededor, que, desde luego, no es poca cosa. Ahí están para corroborarlo propuestas tan sabrosas como: Cabrito, carpaccio, embutidos ibéricos, arroces, mariscadas, bacalao, pulpo…
«Creemos que la atmósfera que se crea en torno a la comida también es importante», comenta Carrasco con una sonrisa. Y vaya si lo es. Ofrecen a los clientes un bonito comedor con un soberbio ventanal. Cuenta también con varios espacios para organizar eventos cubiertos y al aire libre (bodas, conciertos…). «Podemos dar un servicio para 200 personas», dice Carrasco. Salta a la vista que A Velha Fábrica es un enclave de película.