Quien hace un cesto hace ciento. Pero Eladio Rivero Sánchez se ha pasado el juego. Comenzó de casualidad, hace décadas, a fabricar sillas (por pura economía familiar) “para reponer las que se iban rompiendo por la casa”, y ha terminado creando más de 4.000 en miniatura; un curioso gobierno hobbie que le ha granjeado una efeméride insólita a este extremeño septuagenario: entrar a formar parte del celebérrimo Libro Guinness de los Récords.
En el municipio cacereño de Campillo de Deleitosa están de celebración, y quizá no se hayan enterado. Porque allí nació (en 1945) y creció Eladio Rivero Sánchez, que ha conseguido uno de sus sueños: entrar en el Guinness World Records gracias a las 4.180 sillas en miniatura hechas a mano en los últimos 25 años.
Los jueces del Guinness World Records han certificado en Torrevieja (donde Eladio reside con su esposa, también extremeña) este récord de construcción y colección de 4.180 sillas en miniatura que le ha costado décadas atesorar.
“Era una ilusión grande que tenía mi padre desde hace años. Está delicado de salud y esto le hace especialmente feliz”, explica su hijo Michel Rivero, que ha viajado desde Oslo para presenciar la gran prueba, que se ha escenificado en el Centro Municipal de Ocio de Torrevieja.
Hasta allí también se trasladaron los dos jueces del Guinness World Records, Víctor Fenés y Anouk De Timary, que certificaron el récord de este extremeño emigrante, que conoció a su esposa, Concepción Obregón (natural de Castañar de Ibor), en Francia trabajando.
También residieron en Talavera de la Reina hasta aterrizar finalmente en Torrevieja. “Me gustaría volver a Campillo de Deleitosa porque viví allí hasta los 18 años y tengo muy buenos recuerdos de mi juventud; me dicen que ya hay muy poquita gente en el pueblo”, comenta Eladio sobre uno de los males que aqueja a la región y las zonas rurales de España: la despoblación.
Este conductor de camiones reconvertido a artesano coge el palo y la navaja y comienza a crear estas sillas en miniatura a ojo. “La navaja y el taladro, no tengo más herramientas, no uso nada más; madera y rafia de todos los colores”, comenta este extremeño que lleva 20 años residiendo en la ciudad salinera, donde es muy popular por su particular afición. Asegura haber creado sillas de hasta un centímetro de tamaño (el máximo son de 30 centímetros) y dispone de palos de todas las partes del país y del mundo; a dónde también llegan sus creaciones, a través de familiares y amigos.
“Estaba muy nervioso porque venían desde Londres a evaluar mi trabajo y a certificarlo. Son muy minuciosos y pensé que algo podía fallar. Esto es una vez en la vida”. Pero no fue así, porque los jueces le han entregado el certificado oficial Guinness World Records.
Este ha sido el segundo intento de Eladio por hacerse con el reconocimiento, ya que “tomé la decisión de enviar una aplicación tras una conversación con un amigo que trabaja en el Ayuntamiento de Torrevieja, pero entonces tenía alrededor de 1.600 sillas y había una persona en Norteamérica con más de 3.000 adquiridas. Por lo que tuvimos que esperar hasta que pude construir miles de sillas más”.
Su hijo reconoce que “se le metió en la cabeza, y empezó una carrera de fondo que ahora ha terminado con un final feliz”.
Eladio ha contado con la ayuda inestimable de la Asociación de Bolillos y Artesanas de Hilo ‘Las salineras’, a la que pertenece su esposa y con la que ha girado por numerosos pueblos en concentraciones, haciéndose popular con sus mini sillas.
“Me hace especial ilusión que mis dos hijos, que viven en Noruega, hayan venido para presenciar este momento. Pero aun me queda otra ilusión, que es poder volver a pisar mi tierra, Extremadura, que añoro desde hace mucho”.