Tras décadas de lucha, el pasado domingo se puso punto y final a la ignominia que sufrieron 49 personas represaliadas en la comarca de Sierra San Pedro, que fueron halladas en una fosa común en la Mina Terría y que han recibido, finalmente, sepultura en Valencia de Alcántara. Con la figura de Conchita Viera (hija del alcalde de Valencia de Alcántara fusilado en 1936) convertida en un símbolo de la memoria histórica, el acto del pasado domingo ha supuesto cerrar una gran herida “tras 86 años de silencio (que no de olvido)”, explica Fernando Ayala, el doctor en Historia y diputado autonómico por el PSOE.

“Descansan en paz las 49 personas asesinadas en esa mina. Como me dijo mi querida Conchita Viera: “¡Qué desahogo!”. Ella era muy pequeña cuando le arrebataron a su padre y ha hecho bandera de esta lucha. Ahora tiene 88 años y ha conseguido mantenerse viva para desquitarse. Amado Viera fue democráticamente elegido por su pueblo y fusilado junto a sus compañeros el 25 de septiembre de 1936. 

Último adiós. Conchita Viera despide los restos de su padre. CEDIDA

Ayala, que acudió al emotivo acto del pasado domingo, subraya que se trató de un evento “libre de rencores y revanchismos. Pero estos actos marcan un antes y un después”.

Han sido 49 personas, pero la búsqueda se inició con una cifra bien diferente: 18. Ese era el número de víctimas que se preveía yacían en la fosa común. “Pero solo se tenían en cuenta las personas que contaban con certificado de defunción. El resto estaban desaparecidas. No se sabía si se habían exiliado o si yacían en una cuneta”. 

El proceso de recuperación e identificación de los restos ha sido complejo, largo y costoso. Pero ha servido para que los 49 cuerpos recuperados descansen ya en digna sepultura y no en el fondo de una profunda mina, de más de 20 metros, donde se sepultó una parte de la barbarie de la guerra civil en España. El acto fue, en palabras de Miguel Ángel Morales, secretario provincial del PSOE, “un día de justicia, de recuperación de nuestros muertos, de los asesinados por la barbarie fascista en la Mina Terría. Es un día en el que se ha hecho un poco de justicia ante tanto dolor y el peso cómplice del silencio”.

Acto conmemorativo. Asistentes el domingo en Valencia de Alcántara. CEDIDA

“Quedan muchas ‘minas’ Terrías en Extremadura, desgraciadamente”, apunta Ayala, que invita a navegar por el mapa de fosas que ha creado la consejería de Cultura, Turismo y Deportes de la Junta de Extremadura. Ese mapa muestra que hay más de 200 fosas comunes en la región y se ha creado una web para consultar dónde están los enterramientos clandestinos y los nombres de las víctimas que fueron sepultados en ellas.   

“Es complicado dar con esas fosas comunes porque solo disponemos de fuentes orales, que cada vez son menos. Yo recibo muchas llamadas de personas que creen saber dónde están enterrados sus abuelos. Es demoledor”. Entre esas llamadas, Ayala ha recibido la del alcalde de Medellín, Daniel Quintero, que asegura que cuenta “con testimonios orales de que en el castillo hay víctimas de la represión, pero todavía no se ha localizado a nadie”. 

Muertos con sepultura. El pueblo se volcó con el homenaje. CEDIDA

Mina La Paloma: un paraje del terror

Sin duda, el proyecto más importante en materia de memoria histórica que ahora se desarrolla es el de Zarza la Mayor, en otra mina, la de La Paloma, descrita como un auténtico paraje del terror, “donde se arrojaban los cuerpos de los represaliados todavía vivos, según han documentado pastores de la zona que escuchaban los gritos de las víctimas desde lo más profundo”. Allí trabaja, a varios metros de profundidad, el equipo de Aranzadi, el mismo que desplegó su saber hacer en la Mina Terría de Valencia de Alcántara.

"El proyecto es aun más laborioso porque la mina tiene un montón de bocas y están subiendo multitud de escombros que se han ido depositando con el paso del tiempo". El equipo cuenta también con submarinistas para desenterrar otro episodio infame de la guerra civil en la provincia de Cáceres y en la región.