Hay unas 1.800 personas de municipios menores de 20.000 habitantes de la provincia de Cáceres atendidas por el servicio de teleasistencia de la Diputación de Cáceres. Servicio que en los últimos tiempos ha visto aumentar su demanda, a la vez que se ha visto mejorado tecnológicamente por parte de la institución provincial para una mayor atención. La diputada de Políticas Sociales, Igualdad, Participación y Atención a la Ciudadanía, Amelia Molero, puso de manifiesto en la reunión que mantenida con trabajadoras sociales el 28 de septiembre los últimos cambios tecnológicos, así como los referidos a la simplificación de los trámites, de modo que se facilite la solicitud y se mejore el servicio.

Desde el año 2000 se viene prestando este servicio desde la Diputación de Cáceres con el fin de atender a personas de avanzada edad, discapacidad, aislamiento social o dependencia, y ayudar a que puedan mantenerse, el mayor tiempo posible, en su entorno social habitual, su casa, su pueblo. A partir de entonces, tal como ha explicado la diputada, el servicio ha ido evolucionando y adaptándose a la demanda y a las circunstancias, respondiendo así al aumento de peticiones. Para ello, ya en 2021 se fueron incorporando dispositivos de apoyo tecnológico, «que ofrecen mayor autonomía a las personas usuarias y se incluyen nuevas funcionalidades que mejoran la accesibilidad de personas con discapacidad auditiva, del habla o con limitaciones del movimiento; además de facilitar el uso en zonas con escasa cobertura, dando así -incidió Molero- un salto claro hacia una teleasistencia avanzada». 

Además, se han realizado modificaciones en el Reglamento de Teleasistencia, con el fin de adaptarlo a la nueva legislación. Se simplifica la tramitación de la solicitud o se modifica algunos requisitos de acciones. Así, la cobertura se ajusta a la realidad social en personas con escasos recursos económicos.

Perspectiva de género/ Otra línea de actuación en los últimos tiempos, que se ha puesto sobre la mesa en este encuentro, ha sido el trabajo para incorporar la perspectiva de género. Un empeño que llega teniendo en cuenta datos como que el 85,4% de las personas demandantes del servicio son mujeres. «En esto -dijo Molero- confluyen distintas variables como es la esperanza de vida, sí, pero también los roles de género, la feminización de la pobreza, por la brecha salarial en la percepción de pensiones o prestaciones no contributivas, a lo que se suma la sobrecarga de cuidados y el trabajo doméstico», con lo que se considera necesario avanzar en un cambio del modelo de cuidados, el envejecimiento activo y la atención a la dependencia. H